Opinión

El profesor Tamames

O sea que la moción de censura que iba a ser un fracaso, un circo, una carallada y no sé cuántos cientos de descalificativos más, concitó ante las cámaras de las televisiones celtibéricas a más de 12 millones de españoles. Dos millones y medio más de espectadores que la que se celebró en el año de 2020. Para ser una payasada tuvo mucha expectación el asunto. Se han escrito ríos de tinta sobre este mecanismo parlamentario, sobre todo antes de su celebración, porque el personal, sobre todo el periodismo de cámara, visto el documento nacional de identidad del candidato, no daba un duro por el profesor Tamames. Se equivocaron de manera colosal. Concluida la moción de censura, ya se escribió mucho menos y los que lo hicieron optaron por decir aquello de 'donde dije digo, digo Diego' y pelillos a la mar.

Políticos, periodistas bizcochables y tertulianos del canapé descalificaron gratuita y groseramente a un catedrático de Universidad. Y le faltaron al respeto a él, a sus miles de alumnos y a la Universidad española. Presumieron que la intervención del viejo profesor sería un desastre y acudieron al Congreso de los Diputados a reírse y a contemplar la que creyeron una charlotada. Pero les salió el tiro por la culata. Los que desde el gobierno socialista y su grupo parlamentario trataron de humillar al candidato haciéndolo sostén de la extrema derecha y fatigándolo con discursos infumables de casi dos horas, traídos de casa y mal redactados por algún negro monclovita contratado fijo, discontinuo o por circunstancias de la producción, se la tuvieron que envainar. Salvo, claro está, López, don Pachi, que salió a la tribuna de oradores a dar voces y coces. Tantas, que el profesor Tamames en un acto de solidaridad parlamentaria le recomendó que se tomase una pastilla de cafinitrina que es un remedio magnifico para tratar de urgencia los ataques agudos de angina de pecho, sobre todo en aquellas personas que gustan del buen comer y del buen beber. 

Tamames hizo una radiografía magnífica de la situación política de esta vieja España que con el gobierno socialista se va por el sumidero. Una placa clarificadora en la que primeramente y de manera nitida se indica, contrastando el discurso de Sánchez con el del profesor Tamames, el ínfimo y paupérrimo nivel de la actual clase política española. Y, en segundo lugar, un magnífico análisis de los graves problemas en los que nos ha metido este gobierno. Así, en un discurso medido y bien estructurado le dijo a Sánchez que gobierna por decreto; que ha modificado el Código Penal para salvarle el culo a unos golpistas que le mantienen, escandalosamente, en el poder; que gasta una verborrea indigna de cualquier parlamento que se precie como tal, con discursos si medida y sin contestar nunca lo que se le pregunta, en un hablar por hablar para no decir nada; que no respeta la división de poderes e intenta por todos los medios controlar las instituciones y en especial el Poder Judicial y el Tribunal Constitucional; y que, finalmente, ha logrado enfrentar de nuevo a las dos Españas. Enfrentamiento que se había superado en la denominada transición política, después de cuarenta años de dictadura. Y este ha sido el mensaje del profesor Tamames a todos los españoles. Un aviso a navegantes que escucharon más de doce millones de compatriotas que se levantan todos los días para trabajar. Mientras, la ministra Montero, a los pies de Isabel la Católica, come pipas y cacahuetes.

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