Opinión

Un estómago delicado

O dón Elorza, es un diputado del partido socialista vascongado que tiene una gran conciencia y un estómago muy delicado y quebradizo que le obliga a comer muy sano y equilibrado. Aunque, en ocasiones, como nos recordaba el otro día, terminas zampando alguna vianda que sabes que no te va a sentar muy mal. Así, su señoría, se saltó el otro día la disciplina de partido y no voto al candidato del PP al Tribunal Constitucional, Enrique Arnaldo, porque aseguraba que su conciencia no le dejaba apoyarlo. Decía Odón para justificarse que "a veces acabas tragando, pero hoy se me ha hecho imposible la digestión". Es Elorza un ciudadano con una larga trayectoria en la vida política española. Un tío melifluo y poco claro que lloraba a mares delante de los huérfanos y de las viudas en los entierros de sus compañeros socialistas asesinados por la ETA, para después del funeral tomarse unos chatos de vino con Otegi y compañía en la barra de un bar y tan campante. Fue alcalde de San Sebastián y un acreditado coleguilla de los batasunos a los que daba oxígeno, un día sí y otro también.

Recuerdo que hace años cuando ejercía de alcalde firmó un artículo en el Diario Vasco en el que le planteaba abiertamente al entonces presidente Zapatero volver a legalizar Herri Batasuna y a todo su entramado como un paso audaz y valiente para lograr la paz en el País Vasco. Elorza planteaba que se abrieran las puertas de las cárceles de par en par para que los terroristas, como ocurre hoy, recibieran homenajes y se mofaran de las víctimas, de los asesinados y extorsionados, perseguidos y desplazados, mientras don Odón y otros como él, tranquilos y a salvo, miran para otro lado y ¡otra de gambas! El que fuera alcalde donostiarra llevaba ya tiempo ejerciendo de blanqueador de los batasunos con mucha discreción y muchas lágrimas de cocodrilo y una cara dura tremenda. Así, contrataba sin empacho al cantante proetarra Muguruza para las fiestas de su pueblo, criticaba y ponía a parir a las victimas del terrorismo, cedía los locales municipales a los proetarras, mientras se los negaba a la asociación "Basta ya"; prefería gobernar antes con los separatistas que con los constitucionalistas y, finalmente, pedía el reagrupamiento de los asesinos etarras por razones humanitarias, mientras sus víctimas, muchos de ellos compañeros socialistas de Elorza, están criando malvas. Y la triste verdad es que Zapatero le hizo caso. Cedió a las presiones de Elorza y de Jesús Eguiguren, cargándose la unidad de acción entre el PSOE y el PP con el Pacto antiterrorista y dificultando, en muchas ocasiones, la que fue fundamental y brillante acción policial contra la ETA que ha significado, a pesar de todos estos personajes, el final de la banda asesina.

Hoy en día, Odón, está sentado cómodamente en el Congreso de los Diputados, pero su delicado estómago y su colosal conciencia a prueba de bomba no le dejan ejercer su labor en el grupo parlamentario socialista como quisiera. Su firme conciencia y su remilgado estomago no le permiten votar a un jurista, catedrático de Derecho y Letrado de Las Cortes, para el Tribunal Constitucional, pero, curiosamente, esa misma conciencia y ese frágil estomago no se descomponen cuando don Odón, tibio, melifluo y disciplinado, aplaude con las orejas a la misteriosa y oscura Fiscal General del Estado, Dolores Delgado, y blanquea con la brocha gorda a Arnaldo Otegi y demás compinches. Toda una gran conciencia, ¡si señor!

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