Opinión

Iceta

DICE EL socialista Iceta que hay que esperar un poco para la ruptura de España. Unos quince o veinte años. Más o menos, lo que cree que tardaran los Ferreras y compañía de las televisiones celtibéricas en tratar de cambiar la mentalidad de los españoles. Es decir, que los españoles dejemos de ser españoles y pasemos a ser otra cosa. El problema es que el personal no se deja y quiere seguir siendo español, como sus padres y abuelos, por mucho que Ferreras y su señora, la Pastor García, sigan contribuyendo a la terrible perdida de crédito de la profesión periodística. Iceta, es un político profesional y habla para sobrevivir. Lleva toda su vida en un coche oficial y no quiere que lo bajen de él. Iceta no es un socialista. Iceta, es un separatista infantiloide que aún no ha salido del armario y que pretende tomarnos por tontos a todos los españoles, incluidos los que le votan. Recuerdo cuando hace unos años los socialistas catalanes, eligieron a este ciudadano como candidato a las elecciones autonómicas que los separatistas del trinque querían convertir en un referéndum para su separación de España. Iceta, en sus primeras palabras como candidato dijo muy campanudo a los periodistas que acudieron a preguntarle que ya "Basta de engaños, del 27-S no saldrá la independencia". Y, además, se había ofrecido desinteresadamente para liderar una "mayoría parlamentaria que no esté fuera de la ley" y actúe como alternativa a la de los que quieren "arrastrar a Cataluña al desastre". Y después se puso muy cariñoso cuando dijo "queremos a Cataluña, queremos a España y queremos a Europa y no queremos renunciar a ninguna de las tres". Eso lo dijo hace unos poco años. Una sarta de mentiras para colocarle a los andaluces y extremeños de la zona industrial de Barcelona que hoy están de vuelta y me da que ya no tragan.

El socialismo en Cataluña no existe. Lo han transformado en una sucursal separatista, con pueriles dirigentes que no dicen más que tonterías de asamblea universitaria, hablando de referéndum a porcentaje, de derecho de autodeterminación y de naciones que no existen. Los viejos socialistas catalanes contemplan atónitos como cuatro cantamañanas han convertido a un partido lleno trabajadores emigrantes, en una casta de dirigentes aplaudidores, cómplices y encubridores de los desmanes de los separatistas. Han sido Iceta y compañía los que convocaban manifestaciones contra las decisiones del Tribunal Constitucional. Y han sido, también, diputados socialistas catalanes los que en 2013, votaron a favor de una resolución de CIU sobre el derecho a decidir. No hace mucho, Iceta, pedía el indulto para los golpistas y lamentaba, profundamente, que la prisión preventiva estaba durando demasiado. Y es, también, el partido de Iceta el que fomenta un cordón sanitario sobre Vox que, mientras no se demuestre lo contrario, es una formación política que cumple la ley, pero no se avergüenzan lo más mínimo de gobernar en muchos ayuntamientos de la región con los partidos golpistas y racistas de Junqueras y Torra que dicen de los españoles que tenemos un "bache en el ADN". Iceta, por mucho que trata de disimularlo es un separatista más. Un falso socialista con ideas pueriles que, con Pedro Sánchez, quedara en la Historia negra de España como un triste personaje desleal, que ha hecho, para sobrevivir, un daño irreparable a nuestra convivencia.

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