Opinión

¡Imbécil!

ES DECIR , tonto o falto de inteligencia. O sea, idiota, bobo, necio y lerdo. Así es como calificó de manera sorprendente, dado el complejo y el sentimiento de inferioridad, atávico e incurable, del Partido Popular, una diputada de la formación conservadora a un diputado perteneciente a un partido golpista catalán que se apellida Rufián. Un ciudadano que, gracias a la democracia que disfrutamos en esta vieja y gran nación, se encuentra estabulado en el Congreso de los Diputados, cobrando un sueldazo que pagamos todos los españoles y cuya única ocupación en la sede de la soberanía nacional es intentar destruir España y el régimen constitucional que nos dimos los españoles, libremente, en 1978.

La diputada del Partido Popular se llama Beatriz Escudero y es vicepresidenta de la Comisión de Investigación sobre la presunta financiación ilegal del PP en el Congreso de los Diputados. En un momento de la intervención inquisitorial del tal Rufián, el diputado del partido golpista llamó a Beatriz Escudero "palmera", con ese tonillo de macarra perdonavidas, más propio de una tasca de medio pelo que de un Parlamento que representa a todos los españoles. La diputada, claro, le contestó como se merecía al golpista, llamándole imbécil. Es decir, diciéndole claramente que es idiota, bobo, necio y lerdo, según un conocido diccionario de sinónimos. La señora Escudero, indignada, le pidió en vano amparo al diputado canario, Pedro Quevedo, que preside de manera bizcochable la comisión y que se hace el sueco cuando el comisionado diputado ejerce de camorrista arrabalero, un día sí y otro también.

Hace ya unos cuantos años, sucedió algo parecido en el Senado cuando el socialista Juan Barranco, más conocido por los madrileños por el apodo de Juanito Precipicio que le puso su compañero de partido el viejo profesor Tierno Galván, interpelo a Rajoy en el Senado. Al parecer, el vicepresidente primero y ministro del Interior, Mariano Rajoy, era preguntado sobre los posibles, según Barranco, errores policiales que se pudieron cometer, durante la celebración de la fiesta de la Hispanidad en Madrid, en la localización de un coche bomba de los asesinos de la ETA que, posteriormente, hizo explosión en un aparcamiento publico de la Plaza de Colón.

El senador socialista, aprovechando la pregunta, puso a parir al ministro y a la Policía, echándole la culpa a Rajoy de que los perros especialistas en la detección de explosivos no hicieran bien su cometido, dejando el vehículo lleno de dinamita en plena calle. Y, claro, el señor ministro se enfadó de lo lindo y dicen que a micrófono cerrado dijo, entre dientes, esa famosa y españolísima frase de «a tomar por el saco», harto de las disparatadas interpelaciones del señor Barranco.

A veces al personal se le agota la paciencia, se harta y contesta. Y así le ha pasado a la señora Escudero que acabó hastiada de la chulería, la prepotencia y las continuas salidas de tono del tal Rufián. Tantas tonterías y tan seguidas agotan la serenidad de cualquiera. Y, España, ya está harta de tanto victimismo nacionalista y hasta el gorro de los insultos, las ofensas y las amenazas que estos tíos nos dedican todos los días, mientras trincan el sueldazo que les pagamos todos los españoles y disfrutan de todos los privilegios habidos y por haber que no tenemos los demás. Y, encima, hay que callarse.

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