Opinión

Indefensos

Y desamparados. Así va a dejar el gobierno de Sánchez, con la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana, a policías y guardias civiles. Absolutamente indefensos y a los pies de los delincuentes profesionales y de ocasión, al por mayor, al por menor y al detal. Es otra más a la hora de descoyuntar el Estado, que terminara, si Dios no lo remedia, como la antigua Yugoslavia: troceado y en la ruina.

En España ya no se puede estudiar en español y la insolidaridad y la desigualdad entre las regiones que componen esta vieja y cansada piel de toro ya se considera normal. Un país, donde se le niega el agua al vecino y en donde unos, los de siempre, los más mimados y ricos gracias a Franco, viven en la opulencia a pesar de estar quebrados, gracias al dinero de los demás tontos españoles que pagamos sus deudas.

Ha convertido al Estado en un salchichón al que se han aferrado los separatistas vascos y catalanes y del que solo han dejado el cordel y la etiqueta, mientras que el resto de España sobrevive como puede con pan y cebolla.

Uno de los ejemplos de esta desigualdad que echa por tierra el principio constitucional más elemental que es el de igualdad entre todos los españoles, es el gravísimo problema salarial por el que atraviesa el Cuerpo Nacional de Policía y la Guardia Civil desde hace muchos años. En España, un miembro de la policía autonómica vasca o de la catalana cobra más que un policía nacional o un guardia civil. Según los últimos datos publicados en prensa, un policía autonómico catalán puede llegar a cobrar cada mes hasta un 20% más que un guardia civil. Así que la equiparación de sueldos de la que presume Marlaska es una trola como un piano de grande. La equiparación no existe y, por ello, el Tribunal Supremo ha admitido estos días a trámite un recurso contra la Administración social-comunista de Sánchez por el "incumplimiento" de esa equiparación.

Los policías, claro esta, ponen el grito en el cielo ante esta humillación y esta infame discriminación con otros funcionarios de su misma clase y condición, cuyo único mérito es hablar catalán y chapurrear algo de vascuence por debajo de la boina. Y, hoy, le vienen con la reforma de la Ley de Seguridad Ciudadana de 2015.Los hombres que velan por nuestra seguridad y por nuestros derechos y libertades están desanimados y hartos de jugarse la vida por un mísero sueldo y, ahora, para mayor recochineo, los dejan indefensos ante los delincuentes. Sánchez va a reformar la Ley de Seguridad sin haberlo consultado, como siempre se hace, con los afectados que son los que saben del asunto. El presidente ha hecho lo que le han ordenado los diputados del golpista Junqueras y los herederos etarras de Otegui: reformar la ley en favor del delincuente. Una modificación legislativa cuyo borrador parece redactado por okupas y militantes antisistema. Y así nos va. Los policías que garantizan nuestros derechos fundamentales y las libertades de todos, acabaran por mirar hacia otro lado y limitarse a cumplir su horario, con lo cual nos vamos de cabeza al Oeste americano de Wyatt Earp y los Clanton en OK Corral . Un claro ejemplo más de lo que nos espera a los españoles en la economía, en la seguridad, en la Justicia o en la sanidad con este Pedro Sánchez que ha hecho de esta vieja nación un reino de taifas, sin ley y sin gobierno.

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