Opinión

La alcaldesa Colau

Se llama Ada y es el más claro ejemplo de lo que el poeta escocés, R.L. Stevenson, decía de la política y de sus protagonistas: "La política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación". Y es bien cierto y se comprueba perfectamente si uno tiene la paciencia de leer la biografía de algunos ciudadanos que con una cara de cemento armado se dedican, hoy día y cobrando muchos miles de euros, a lo que se viene en llamar desde Aristóteles "el arte de lo posible".

La señora Colau es alcaldesa de Barcelona y no se sabía muy bien cuál era su profesión hasta que la auparon al momio que disfruta. Al parecer, profesión no tenia, pero era una belicosa activista antisistema, una okupa ocasional y una afectada por la hipoteca que, curiosamente, dicen que nunca contrató préstamo hipotecario alguno. Pero es igual, ella se valió de este producto bancario y de la crisis económica de 2008, para llegar de rebote a la alcaldía de la Ciudad Condal, en donde a la vista de la primera nomina que le ingresaron dejo olvidados para siempre el activismo y la okupacion. Una nómina que, escriben por ahí, es de 100.000 euros brutos al año y que la señora alcaldesa, claro está, se subió ya en 2019 un 40%. Un sueldo que le da el sistema contra el que doña Ada luchó a brazo partido para liquidarlo a toda costa hasta que se dio cuenta de que, gracias precisamente a ese sistema maligno y perverso, ella, la alcaldesa, podía concederle, también, un magnífico sueldo a su pareja sentimental. Miel sobre hojuelas.

Doña Ada, desde que se sentó en el sillón municipal, no ha solucionado ni uno solo de los problemas de los barceloneses. Todo lo contrario: los crea donde no existen. Sus meteduras de pata y sus desplantes aldeanos, son celebres en la Ciudad Condal y parecen no tener fin. Uno, sonado, lo cometió contra el Ejército español. A la alcaldesa le molestó sobremanera la presencia de unos militares y su "stand" en el Salón de la Enseñanza, que se celebraba en Barcelona. Cuando un coronel fue a saludarla amablemente, la alcaldesa le espetó que no deseaba que estuvieran en el certamen, con esa chulería tan típica en estos personajes de nula educación y de huera preparación que están estabulados, últimamente, en la política nacional de la que viven magníficamente. Y un ejemplo más del odio visceral a España, a sus símbolos y a sus instituciones que manifiestan personajes como la Colau, el Pisarello o Asens que viven muy bien del dinero de los españoles.

Ahora, a la señora Colau que reparte dinero a sus amigos la está investigando la Fiscalía Anticorrupción que mete la nariz en las millonarias subvenciones que concede a entidades del entorno podemita barcelonés como Ingenieros Sin Fronteras, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca o la Alianza contra la Pobreza Energética, por la realización de estudios diversos sobre la política ambiental en Perú o en Mozambique, que, claro está, preocupan mucho en Barcelona. La querella presentada acusa a la señora Colau de prevaricación, fraude, malversación, tráfico de influencias y negociaciones prohibidas. Un juez de Barcelona ya la ha citado a declarar. Mal asunto. Y qué razón tenía Stevenson. La política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación. Y así le va a la ciudad de Barcelona. Su dimisión por imputada, no se espera, claro.

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