Opinión

La verbena

ESTÁN EN BRUSELAS muy mosqueados con el dinero que debemos todos los españoles. En enero de este año ya nos advirtió la Comisión Europea del enorme y gravísimo riesgo de que la deuda pública celtibérica, a medio plazo, no sea sostenible. Una deuda pública que a finales del año 2015 se situaba en el 100,8% del PIB y que, según los sabios de la Economía, pasara en este año al 101,3%. Mientras esto ocurre y suenan las sirenas de advertencia europeas, el personal de la Corte madrileña, que debía ponerse de acuerdo, arreglar esta situación y mantener las medidas de reformas estructurales tomadas por el gobierno de Rajoy, que han posibilitado que veamos un poco de luz en materia económica y laboral, se divierte de lo lindo en el Congreso de los Diputados. Un Congreso que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en la Verbena de la Paloma. Ya saben, un sainete lírico que se subtitulaba:” El boticario y las chulapas y celos mal reprimidos”, escrito por de Ricardo de la Vega, con música de Tomás Bretón. Se estrenó en 1894 en el Teatro Apolo de Madrid y se ambientaba en el caluroso agosto madrileño cuando se celebra la festividad de la Virgen de la Paloma 

Un sainete que tenía como personajes protagonistas a don Hilarión, su amigote don Sebastián, la tía Antonia, las chulapas, Casta y Susana, el sereno, los guardias, el boticario y el tabernero. Y que hacia un peculiar retrato de la capital de España y de sus habitantes. Las calles de aquel Madrid decimonónico, sus plazas, el ambiente festivo y la vida y costumbres del pueblo llano y de los señoritos, se recogen en la zarzuela cuya trama se resume en los amores y los celos de una pareja de novios. 

En el palacio de la Carrera de San Jerónimo no sé si hay taberneros y algún sereno, pero seguro que allí encontramos a algún boticario y a unas cuantas chulapas con guardias de escolta. Y, como no, a un don Hilarión que canta hoy, igual que antes, aquello de: 

Una morena y una rubia, hijas del pueblo de Madrid./Me dan el opio con tal gracia, que no las puedo resistir./ Y es que las dos, ja ja ja já. Y es que las dos, ja ja ja já/ Se deshacen por verme contento, esperando que llegue el momento/ En que yo decida, ja ja ja já, cuál de las dos me gusta más. 

En fin, al parecer el sainete de estos meses protagonizado por nuestros representantes, dicen, que ha tocado a su fin. Puede ser, pero no se fíen. Lo único cierto es que don Pedro Sánchez ha salido este viernes del Congreso con la mochila al hombro y con cara de pocos amigos, mientras se escuchaba la voz de ultratumba del conde de Romanones cantando: 

¿Dónde vas con mantón de Manila?/¿Dónde vas con vestido chiné?/ A lucirme y a ver la verbena,/ Y a meterme en la cama después./¿Y si a mí no me diera la gana/ De que fueras del brazo con él?/ Pues me iría con él de verbena 

Y a los toros de Carabanchel.

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