Opinión

Lágrimas de cocodrilo

CUANTOS llantos y cuantos lloros ante las cámaras; cuantas lágrimas de cebolla; cuantas notas de condena; cuantas manifestaciones; cuantos espíritus de Ermua; cuantas mesas de Ajuria Enea; cuanto clamor político; cuantas manos blancas, sencillas y sinceras. Y, también, cuantos políticos, curas y obispos racistas y sinvergüenzas, de falsas palabras, tibias y calculadas que obligaban a sacar los féretros de nuestros valientes guardias civiles y policías por la puerta de atrás de las iglesias. Cuanto cuento chino. Cuanta patraña. Y cuanta repugnancia, una vez más. Ya lo anunciaba valientemente hace años la madre socialista de Joseba Pagazaurtundua, asesinado por la ETA, quien le escribió una carta abierta al entonces líder de los socialistas vascos, Patxi López, en la que le decía "Ya no me quedan dudas de que cerrarás más veces los ojos y dirás y harás muchas más cosas que me helarán la sangre, llamando a las cosas por los nombres que no son. A tus pasos los llamarán valientes. ¡Qué solos se han quedado nuestros muertos!” Si, y que solos siguen. Este sábado, el socialismo de Sánchez se retrató ante toda España en el Parlamento vasco. Este sábado los socialistas del “No es no”, cometieron una acción malvada y vil, una infamia y una afrenta sin precedentes a la sociedad española y, sobre todo, a la Guardia Civil y a la Policía. El partido socialista y el PNV han aprobado una ley que criminaliza a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y humilla, una vez más, a las víctimas del terrorismo y a toda España. Si, a toda España y a todos los españoles, porque en este país maltrecho hubo más de tres mil atentados de la ETA. Atentados que causaron cerca de mil muertos, entre ellos, dos centenares de guardias civiles y 189 miembros del Cuerpo Nacional de Policía, que en el día de este sábado fueron insultados y vejados en el parlamento vasco por una banda de batasunos y herederos de la ETA, allí estabulados, ante los silentes e inanes diputados socialistas que, además, votaron a favor de esta infame y repugnante ley.

Repugnancia y tristeza que sienten, hoy, millones de españoles. La misma tristeza que sentimos cuando Pedro Sánchez anuncio el acercamiento de los terroristas a las cárceles en el país Vasco. Igual que cuando se iba a cumplir el 20 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, los representantes socialistas de algunos ayuntamientos, se desmarcaron del homenaje a Miguel Ángel y no apoyaron las iniciativas planteadas en Bilbao, Jerez y San Fernando, para dedicarle un espacio público a la memoria del joven asesinado. Querían olvidar el asunto, vaya usted a saber por qué oscuros motivos. Pero hay cosas que no se olvidan nunca. Y es imposible esconder y maquillar la vileza de aquel cobarde crimen, porque los españoles de bien no lo olvidan. Ni ese asesinato ni los otros cientos en la cuenta de los colegas del etarra Arnaldo Otegui con el que gobierna este presidente del Gobierno que nos ha tocado en una tómbola. ¿Cuál es la razón, señor Sánchez, de tanta ignominia? ¿Cuál es su atávico complejo y resentimiento? ¿Qué necesidad hay de traicionar a la Guardia Civil y a la Policía y a las familias de las víctimas, muchas de ellas socialistas? ¿Y para llegar a esto hacían falta tantos gemidos, tantos llantos, tanto falso desconsuelo y tantos lamentos de caimán? Ya le juzgara la Historia, señor Sánchez. Vaya si le juzgará.

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