Opinión

Lezo

O SEA que a los responsables de la investigación de la última trama de corrupción que asola a la clase política española, de izquierdas, de derechas, separatistas, democratacristianos y medio pensionistas, ubicada en la comunidad de Madrid y relacionada con la gestión del Canal de Isabel II, no se les ha ocurrido mejor nombre para denominar a la operación policial que ponerle el apellido "Lezo". Un ilustrísimo y heroico apellido de un almirante español, que impidió, con muy pocos barcos y soldados, que los ingleses asolaran toda Hispanoamérica allá por el año de 1741.

Y es que en España se estudia muy poca Historia y el personal anda un poco pez en la materia y no digamos si, encima, es una víctima de la LOGSE.

Al almirante Blas de Lezo, se le conoce muy poco en España. Y estoy bien seguro que salvo los caballeros cadetes de la Escuela Naval Militar, el resto del país ni sabe, ni contesta. Era Blas de Lezo un jovencísimo y valiente guipuzcoano — al parecer no era ni del PNV, ni de Herri Batasuna — cuando ingresó en la Armada española como guardiamarina. En muy poco tiempo destaco brillantemente en los muchos combates en los que participó contra los ingleses, perdiendo el ojo izquierdo, una pierna y una mano.

Sesenta años antes de la batalla de Trafalgar, los ingleses enviaron una enorme flota contra Cartagena de Indias para jorobarnos el comercio en el Caribe y aniquilar el vasto imperio, con perdón, que España tenía en América.

En el mes de Marzo de 1741 aparecieron por Punta Canoa 186 barcos de guerra británicos bien pertrechados —la Armada Invencible del Rey Felipe II tenia 126 navíos— con dos mil cañones y 24.000 combatientes dirigidos por Sir Edward Vernon. En frente, los defensores de Cartagena con tan solo 3.000 hombres y seis navíos de guerra al mando de Blas de Lezo.

Era tan grande la superioridad de las fuerzas inglesas que su jefe, el almirante Vernon, al principiar los combates mando acuñar en Inglaterra unas monedas conmemorativas en las que se veía a Blas de Lezo de rodillas entregándole las llaves de la ciudad y una leyenda que decía: "El orgullo español humillado por Vernon". El hecho es que el tal Vernon después de meses de asedio tuvo que salir huyendo de Cartagena echando leches y con el rabo entre las piernas. Cuando llego la noticia del desastre a Inglaterra su rey, Jorge II, prohibió que se escribiese del asunto, mientras por las cancillerías europeas circulaba la medalla conmemorativa entre burlas, chanzas y muchas risas.

Si señor, si no es por Don Blas de Lezo, guipuzcoano de Pasajes, un extraordinario marino y un héroe de España, noble y honrado, que quería a su patria y estaba dispuesto a defenderla hasta morir, hoy, en Hispanoamérica, conducirían por la izquierda, tomarían el té a las cinco y no quedaría, desgraciadamente, ni un solo nativo de muestra. Si señor, un gran marino este Lezo que nada tiene que envidiarle al almirante ingles Horacio Nelson. Un héroe español que no puede dar nombre, nunca jamás, a una operación para desarticular una banda de presuntos chorizos. Harían muy bien si alguien corrigiera semejante desvarío.

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