Opinión

Marcelino Camacho

HOY SE cumple el centenario del nacimiento de Marcelino Camacho. comunista, fundador y primer Secretario General de Comisiones Obreras. Un gran Secretario General que fue, además, uno de los diez principales  protagonistas de la Transición política española que, hoy, tanto denostan y maldicen los nuevos comunistas de Pablo Iglesias, Bescansa y compañía.

Como ha cambiado el paisaje y el paisanaje sindical desde que Marcelino Camacho se retiró de la vida política activa. Nada se parece a aquellos años de la Transición política donde todas las personalidades de la época, separatistas aparte, arrimaron el hombro para construir y conducir a España hacia la libertad y la democracia. Camacho era uno de ellos. un hombre bueno y un luchador incansable contra la injusticia social.

Desde el liderazgo del sindicato Comisiones Obreras que él creó, ayudó en lo que pudo, que era mucho, para que esta celtiberia circense que hemos creado entre todos haya disfrutado del periodo más prospero y tranquilo de su siempre convulsa y dramática historia. A Marcelino Camacho como a otros grandes personajes de aquellos difíciles años ya no se les recuerda como se merecen. Nuestros jóvenes bachilleres o como se les llame ahora, seguramente no han oído hablar de ellos, porque la historia que se estudia, hoy día, es la que conviene y la minúscula del terruño propio e intransferible. Y no en todos los terruños nacen personajes importantes. Por eso, cada vez son menos los que recuerdan a este hombre de voluntad de hierro, con su jersey de cuello vuelto y su inseparable compañera, Josefina, que vivían muy modestamente en el barrio madrileño de Carabanchel, en un piso de sesenta metros cuadrados que le costó, como el mismo decía 173.000 pesetas de hace setenta años. Vivió su jubilación rodeado de recuerdos y fiel a sus viejas ideas y principios. Nació comunista y murió comunista, pensando siempre en la consecución de su sueño que no era otro que el de la igualdad de los hombres en este mundo de miseria e insolidaridad. Un sueño, una utopía, inalcanzable hoy, por la que peleó, sin trampa ni cartón, en la Guerra Civil española que perdió y que le hizo pasar muchas penurias en los campos de trabajo en Tánger.

Indultado por el régimen de Franco, consiguió trabajo y siguió en la lucha desde la clandestinidad hasta que lo detuvieron y condenaron a pasar 14 años en prisión. salió y siguió en la pelea hasta fundar el gran sindicato que fue, Comisiones Obreras, y que hoy dirigen unos señores un tanto más acomodados y con espíritu funcionarial que distan, muy  mucho, del ejemplo que siempre dio a lo largo de toda su vida Marcelino Camacho.

Espero que durante este año, sus compañeros y la clase política, no escatimen esfuerzos y recuerden como es debido a un hombre honrado y cabal que sufrió la cárcel y el exilio por la defensa de las libertades que hoy se disfrutan en España y que debe de ser un ejemplo y un referente histórico para las nuevas generaciones de españoles, de lo que es la decencia, la ética, la solidaridad, el sacrificio y la determinación para poder conseguir aquello en lo que uno, verdaderamente, cree. 

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