Opinión

No se fían

NI UN PELO. Ya se puede poner como quiera este gobierno que tenemos, que por ahí delante no se fían de nosotros. Ya en la vieja crisis sistémica que nos cayó en el colodrillo allá por el 2008, nos miraban con lupa hasta nuestros socios y, hoy día, lo siguen haciendo todavía más. Nos ven como a unos trileros de la madrileña calle Preciados, escondiendo la bolita y engañando al personal. Después de aquellos terribles años de crisis de la que nos sacó Mariano Rajoy, la situación en España ha ido a peor. La patada que le han dado en Bruselas a nuestro gobierno en la espinilla de la señora Calviño, es la primera de las muchas que vamos a recibir los ciudadanos españoles en los próximos meses. Una patada digna de Jonny Wilkinson el medio apertura de los 15 de la Rosa.

España no tiene un duro para pagar el colosal gasto público en el que nos hemos metido y tenemos que pedir dinero a unos señores que no nos lo quieren prestar por que ocupamos el primer puesto de la lista de morosos, gastando el dinero que no tenemos en fiestas y saraos. Cuando a la muerte de Franco los restos del régimen se hicieron el harakiri institucional, se realizó la ejemplar transición a la Democracia y se aprobó la Constitución de 1978, los españoles nos las prometíamos muy felices. Creíamos finiquitado el problema del nacionalismo con la modificación de la estructura del Estado y la creación de las Comunidades Autónomas y pensábamos que, por fin, podíamos ser un país normal. Nada más lejos de la realidad. Han pasado cuarenta años y el resultado esta a la vista.

El problema del nacionalismo lejos de solucionarse ha derivado en una ruptura del Estado, en donde 17 estaditos de regional preferente hacen lo que les da la gana cuando no dan un golpe que queda, faltaría más, en mera ensoñación porrera. Las Comunidades autónomas, además, se han convertido por obra de sus disparatados dirigentes en unos entes absolutamente despilfarradores. No ingresan ni un euro pero gastan las millonadas que reciben sin orden ni concierto, lo que ha llevado a España a la ruina más absoluta. El modelo territorial pues, visto lo visto, ha sido a todas luces un fracaso total. No ha solucionado los problemas territoriales y, encima, el Covid 19, ha puesto al descubierto, una vez más, que el sistema autonómico es insostenible económicamente. Todo esto, claro, lo saben los mercados que nos observan con lupa y siguen sin fiarse de un país roto en diecisietes taifas que marchan cada uno por su lado y que ya no hablan ni el mismo idioma.

Estamos pidiendo a gritos la intervención. Esto no es serio y España se ha convertido en un país de pandereta. Y lo vamos a pagar muy caro. No escarmentamos con lo que hemos pasado hace años por el latrocinio de las cajas de ahorro, las indemnizaciones de sus dirigentes; los miles de liberados sindicales; el timo de las llamadas «preferentes»; las televisiones autonómicas, los «eres» fraudulentos de Andalucía y todo lo que ustedes quieran. Y, ahora, volvemos otra vez, a las andadas. ¿Cómo se van a fiar de nosotros y a darnos su dinero? Portugal, un país más pobre que España, va viento en popa. Y a nosotros nos van a ahogar a impuestos y a recortar las pensiones. Claro que Portugal es un solo Estado y nosotros no se sabe lo que somos. Bueno, sí. Casi, Venezuela.

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