Opinión

Pablo Casado

 

LAS COMPARECENCIAS y las sesiones de control del Ejecutivo en el Parlamento se le indigestan al señor presidente del Gobierno de España de una manera preocupante. Las intervenciones de Pablo Casado y de Rivera, en el Palacio de la carrera de San Jerónimo, visto lo visto, le producen al presidente doctorando un malestar general que hacen que se le mude el gesto, baje de estatura y se le borre la sonrisa. Y estos pasados días se comprobó con luz y taquígrafos.

En la comparecencia de esta semana, en relación con los siempre complejos y oscuros asuntos del régimen saudí, las molestias estomacales del señor Sánchez derivaron, probablemente, en una ulcera gastroduodenal, cuando el presidente escucho la directa, dura y sin complejos intervención parlamentaria del presidente del PP, sin nota ni apunte alguno que leer ni recitar. No le hace falta. Como cree en lo que dice y en lo que defiende, Casado, no tiene que hablar disimulando y no le hace falta guión alguno que le constriña a lo políticamente correcto. Y, claro, eso sorprende. Y es que nuestros representantes de los bancos de la izquierda no están acostumbrados a semejante cosa. Es decir, a que les canten las cuarenta. Y a este gobierno que nos ha caído en suerte, desgraciadamente, se le puede cantar el total del Antifonario en coro litúrgico, que se sabe de memoria mi querido amigo y colega José María Muiños.

En efecto, en esta España nuestra, la izquierda progre, es la única que da clases de democracia y goza del monopolio de esa enseñanza, mientras los demás, los del Partido Popular, Ciudadanos y Vox, son unos fascistillas, unos alumnos tontainas y poco despiertos que asisten a los cursillos que sobre el gobierno del pueblo, el demos y el kratos, dirigen Carmen Calvo, Willy Toledo, Wyoming "don Piso" y Ferreras, con muy poco aprovechamiento. Y claro, luego, cuando hablan los del PP, lo hacen con discursos incendiarios, duros, broncos, sin talante, sin sonrisas y con el doberman. Es que es imperdonable y no se puede consentir que los del Partido Popular en los debates en las Cortes critiquen al Gobierno de España. No es nada demócrata ni progresista que el líder de la oposición este en desacuerdo con el buen hacer y las genialidades del señor Sánchez y encima lo diga. No señor. Y es que el señor presidente y sus socios golpistas y del club de amigos de la ETA, esperaban un discurso tímido, tibio y melifluo, redactado por la derecha tonta y acomplejada de siempre y leído por una monjita de las Trinitarias de Burgos. Pero resulta que subió a la tribuna de oradores un joven Pablo Casado que, en una intervención brillante y muy seria, fuera de circunloquios y lejos de retóricas, como requiere la triste y peligrosísima situación en la que nuestro chantajeado presidente del Gobierno ha puesto al país, le llamo al pan, pan, y al vino, vino. Casado, hizo el discurso que debía y al que le obligan las circunstancias por las que estamos atravesando. Un discurso que quieren los aun muchos votantes del Partido Popular y la inmensa mayoría de los españoles, que no consienten que se negocie con los asesinos, que se traicione a los muertos, ni que se rompa España. En fin, que Casado ha pronunciado un magnifico discurso. ¿Ha sido duro? Pues claro. Es el líder de la oposición y no Teresa de Calcuta.

 

 

 

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