Opinión

Palo fiscal

El hachazo fiscal que prepara Marisú la de Hacienda va a ser brutal. Nos van a freír. Este gobierno que gasta lo que no tiene en dadivas y limosnas, necesita dinero para pagarlas y nos lo va a quitar de la piel a todos los españoles. No les importa que este el país arruinado. Les da igual. Mientras en Alemania, Francia o Italia bajan los impuestos para tratar de reactivar la economía, aquí este gobierno que nos ha caído encima, los sube con la clara y evidente consecuencia de un gravísimo daño en las inversiones y en el empleo. Esto lo sabe hasta Adriana Lastra. Los planes de pensiones, el aumento del IVA, o el incremento del Impuesto de las Primas de Seguros, que va a provocar que cada hogar español que cuente con una póliza va a tener que pagar 28 euros más, son una muestra. Además, se aplicara las tasas Tobin y Google. Y se aumenta, también, el impuesto de matriculación, que significa una subida del precio de cada automóvil entre mil y dos mil euros. Asimismo, quieren meterle mano a los impuestos de patrimonio, donaciones y sucesiones con la excusa de armonizarlos, para jorobar a la comunidad de Madrid que es la autonomía cuyos ciudadanos pagan menos impuestos. Cuando hablo del injusto impuesto de Sucesiones, me acuerdo de aquel señor que estuvo trabajando en el campo andaluz de sol a sol desde que tenía 6 años. Y lo hacía, deslomado, recogiendo lo que fuera, algodón, arándanos, sandías, hasta que con el paso del tiempo pudo abrir una pequeñita tienda, de esas que en Andalucía se llaman de los desavíos. Unos minúsculos establecimientos que están abiertos a todas horas, domingos y festivos, cercanos a tu domicilio y en los que puedes encontrar aquello que se te olvido en la lista del supermercado.

El titular del negocio, si a una tienda de los desavíos se le puede llamar así, suele ser una persona humilde que después de trabajar en el campo y pasar grandes sacrificios ha podido ahorrar unas pesetas para poder abrirla y vender a sus vecinos, tan humildes y trabajadores como él, media docena de huevos y unos cartones de leche.

Este señor falleció en el año 2010. Y en aquellos años pastoreaban la región andaluza los socialistas Chaves y Griñan con la hoy ministra de Hacienda de España, Marisú Montero. Marisú, había instaurado una brutal presión fiscal, con un impuesto de Sucesiones, también conocido como el impuesto de la muerte, absolutamente salvaje que hizo que en el año 2017 el 19,4% de las renuncias a herencias en España correspondieron a ciudadanos andaluces, según los datos del Consejo General del Notariado. La viuda y la hija del fallecido, cuando aún estaban recibiendo el pésame recibieron también en su domicilio, una carta de la Hacienda andalusí en la que el gobierno socialista les reclamaba en concepto del impuesto, maldito, de Sucesiones, nada más y nada menos que 210.000 euros, casi unos 35 millones de las antiguas pesetas, que, claro, no pudieron pagar. Y al no pagar, la deuda ha seguido aumentando durante estos últimos diez años hasta llegar a la acollonante cifra de 500.000 euros por el retraso en la imposible liquidación. Aquí, en Galicia, gracias a Dios y a Feijoó no tenemos ese problema. El presidente de la Xunta ha rebajado el impuesto y hoy el 99% de los gallegos no tributan por este impuesto maldito. Pero, ¡vayan preparándose! Que estos ¡no dejan a nadie atrás!

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