Opinión

Plurinacional

DICE, AHORA, DON Pedro Sánchez, que España es un Estado plurinacional. ¡Manda carallo! Ha dejado en el cajón la bandera de España de 14 metros de largo que utilizaba en los mítines en Cataluña a modo de cebo electoral y, ahora, se ha pasado al Estado plurinacional por orden del jefe de los Coros y Danzas del socialismo separatista catalán, Miguel Iceta, que pone al PSOE tiritando y con tembleque cada vez que se arranca por bulerías en el Corral de la Pacheca, en que se ha convertido la política española. Habla Sánchez de plurinacionalidad y no lo explica. Y lo que es peor manda a un debate a TVE a Adriana Lastra, alumna de la ESO, a que lo aclare y claro, un desastre total. No la entendió nadie. Ni el propio moderador del debate, que siempre comprende muy bien las cosas de la izquierda. En fin, que según Sánchez esta piel de toro ha parido y, ahora, tiene muchas nacioncitas. No dice cuáles son, pero le da igual. El, a pesar de su sapiencia, no explica por qué ni cómo, pero lo dice. No lo ilustra, ni lo razona, ni lo justifica, pero lo manifiesta irresponsablemente. ¿Cuantas naciones hay en España? ¿Dos, tres, cuatro, cinco naciones? ¿O alguna más? ¿Galicia es una nación? ¿Y La Coruña, que son muy suyos, también lo es?

O sea, que el señor Sánchez que se supone es español, ya no cree en España como nación y se carga la soberanía nacional que, en la historia de nuestro constitucionalismo, viene ya de la Constitución de Cádiz de 1812, que decía que: "La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo, pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales"; o como decía la Constitución republicana de 1931 que atribuía la soberanía al pueblo en su artículo 1.2, que establecía que todos los poderes de la Republica emanan del pueblo. Pero bueno, a Sánchez esto le da igual. A él le gusta la gresca y a ella pretende llevarnos en una balcanización celtibérica que vaya usted a saber cómo va a terminar. Sánchez con este invento de lo plurinacional se ha convertido en un español fijodiscontinuo y por circunstancias de la producción electoral. Ahora ya no habla de banderas que unan, como decía antes. Ni de la bandera por la que lucharon muchos españoles, ni la que le representa a él mismo. ¿Por qué señor Sánchez y a cambio de qué pretende liquidar la nación y la soberanía nacional que reside en el pueblo español y solo en él? ¿Qué hay de la igualdad y de la solidaridad de todos los españoles? ¿Quiere el señor Sánchez viajar a la Primera República y a que se vuelvan a constituir las repúblicas independientes de Cataluña, Málaga, Cádiz, Valencia, Sevilla, Alcoy, Cartagena, Algeciras, Almansa o Andújar, para que la de Granada le declare la guerra a la de Jaén y la de Jumilla amenace a la de Murcia diciéndole, solemnemente, a los ciudadanos murcianos que: "La Nación Jumillana desea vivir en paz con todas las naciones vecinas y, sobre todo, con la nación murciana, su vecina; pero si hoyara su territorio, Jumilla se defenderá, resuelta completamente a llegar, en sus justísimos desquites, hasta Murcia, y a no dejar en Murcia piedra sobre piedra".

¿Esto es lo que quiere el señor Sánchez? ¿Volver a 1873 y provocar una desintegración de la Nación? ¡Espabile, hombre! ¡Que ya está bien!

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