Opinión

¿Qué esperaban?

Están en el gobierno de la Xunta que fuman en pipa con los presupuestos generales carcelarios que ha presentado el presidente Sánchez en el Congreso de los Diputados. Unos presupuestos redactados desde el trullo por los golpistas catalanes, con el visto bueno de los batasunos y las Mareas galaicas que han llevado a Pedro Sánchez a la Moncloa para acabar con Rajoy, convocar elecciones rápidamente y hacer un país más justo. Resulta, que después de hacer los números correspondientes, los expertos en materia presupuestaria han llegado a la conclusión que en lo que respecta a nuestra Galicia, cada gallego va a perder 67 euros con estos nuevos presupuestos de mazmorra y cada catalán, en cambio y como siempre, va a ganar 93. Nos han guindado un 20% de los fondos y, además, nos fríen a impuestos con aceite de girasol. Nada nuevo bajo el sol, por lo que no comprendo como a estas alturas aún hay alguno que se extraña. Hace tres o cuatro años, cayó en paracaídas por Santiago de Compostela, un tal Francisco Homs, que era uno de los trileros más significados del separatismo catalán y de su gobierno regional. El tal Homs había venido a la capital gallega a insultarnos. Y no era la primera vez que lo hacía. Ya, en su día, nos llamó ladrones a todos los españoles desde Barcelona. Y en este caso que les cuento lo hizo al lado de la catedral compostelana, en el Hostal de los Reyes Católicos, micrófono en mano y con un café con leche en la mesa, desde la que pronuncio una presunta conferencia, ante una audiencia que le escuchaba embobada, fascinada y en silencio. Vino, el tal Homs, con la misma matraca de siempre: no le gustaba de aquella ni les gusta hoy que los gallegos tengamos un tren de alta velocidad. No les agrada ni les complace e hicieron todo lo posible e imposible para que se paralizase su construcción. Lo pidieron hasta en el Parlamento europeo. Y es que estos separatistas, ya saben, se consideran unos fenómenos y vienen aquí, a nuestra propia casa, a darnos lecciones. Y nos dicen en las mismas narices que para estas tierras tan lejanas y atrasadas, cultural y económicamente, no es necesario el tren de alta velocidad. Para el separatista un AVE a Galicia es tirar el dinero. Un despilfarro intolerable. Los gallegos, que somos gentes sencillas y humildes, que nunca hemos levantado la voz, nos tenemos que conformar con seguir viajando en el Ferrobús y tirando del carro de vacas con la boina calada y el paraguas en la chepa. El señorito catalán vino a reírse de nosotros ante el sorprendente apampanamiento de los oyentes y el incomprensible aplauso general. Nos visitó como el bwana blanco de la cabaña del Tío Tom, a caballo y fusta en mano, para reñirnos y llamarnos la atención. Así que no sé por qué se escandalizan y de que se extrañan en el gobierno de la Xunta con estos presupuestos pergeñados por golpistas y tragados por el señor presidente del Gobierno de España, don Pedro Sánchez Pérez- Castejón a quien Dios guarde muchos años. ¿Qué esperaban? ¿Otro aeropuerto?

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