Opinión

Quiebra institucional

AÚN NO se han enterado los que mandan, pero nuestro sistema democrático está en una profunda crisis de muy difícil solución. En el PP y en el PSOE, aun no se han dado cuenta de que los ciudadanos están hartos, muy hartos, por todo lo que escuchan de unos dirigentes incapaces de ponerse de acuerdo en las cosas más elementales. En el año 2008, España entro en una crisis colosal de la que salimos, según los datos del INE, en el año 2014. Una crisis económica, social, política, institucional y financiera que nos llevó a tener más de seis millones de parados por la irresponsabilidad de Rodríguez Zapatero que estuvo escondiéndola, debajo de la mesa, hasta que le estallo en sus mismas narices.

Dicen, ahora, los expertos y sesudos analistas económicos que otra crisis, igual o peor, está ya en camino con unos efectos que pueden ser dramáticos. Alemania entró en recesión en el tercer trimestre de este año y ya se ha producido la primera caída del empleo en el país desde 2013. Las cosas no pintan nada bien y aquí nuestros gobernantes siguen en la berza, en un panorama absolutamente desolador en donde se están dando todas las circunstancias para que aquí no venga un solo céntimo de inversión extranjera.

Y es que por ahí fuera ya nos ven de manera sospechosa. Aquí, se puede ver en directo por todas las televisiones que no solo no se respeta ni se cumple la Constitución y los principios más elementales del Estado de Derecho, sino que, además, se presiona, públicamente, a jueces y tribunales para que en su labor juzgadora apliquen la ley del embudo. Aquí condenan a un pardillo robaperas a media docena de años de trena por una carallada delictiva, mientras que a unos tipos que dieron un golpe de Estado le meten los mismos años y, además, les dicen en la sentencia que no tienen que cumplirlos.

La gente está harta y ya no cree ni en el Real Madrid. El desapego de los españoles hacia nuestras instituciones y sus dirigentes es irremediable y de imprevisibles consecuencias. El personal, lleva ya más de cuarenta años oyendo hablar de democracia y ve, incrédulo y sorprendido, como las reglas más sagradas de dicho sistema no se respetan. El principio del imperio de la ley; la garantía de los Derechos Fundamentales; el sometimiento pleno de la Administración Publica en su actuar a la ley y al Derecho y el principio de separación de poderes con una Justicia que debía de ser independiente, hacen aguas por todos lados.

Tenemos un Estado muy débil e inestable, fruto de un descabellado sistema territorial establecido en nuestra Constitución por unos inocentes papanatas que se fiaron de los separatismos vasco y catalán, que manda carallo. La deriva que ha tomado España desde hace años hacia la quiebra institucional y por tanto del sistema democrático parece imparable. Una quiebra institucional que ha permitido que los terroristas de la ETA se sienten con los golpistas catalanes en las instituciones democráticas con el único objetivo de destruir la nación y la Constitución.

Caso único en el mundo. En fin, y como decía aquel, que nos cojan confesados, porque nuestra clase política, visto lo visto, es inane y muy lenta en la reacción, y la nueva crisis los volverá acoger en pelotas. no tienen remedio. Siguen en la berza y no aprenden. ¡Pagara Juan Pueblo! Como siempre.