Opinión

Recortes socialistas

O SEA, que de lo dicho nada de nada. O sea que aquello que decía Sánchez y el bolchevique de Galapagar de que iban a revalorizar con urgencia las pensiones y los sueldos de los funcionarios se queda en agua de borrajas. Toda aquella palabrería de apostar por lo público y por el escudo social con el que no iban a dejar a nadie atrás, son palabras vanas y hueras que se las ha llevado el viento. Los ERTE que iban a cubrir a todo el mundo, dice ahora la señora Calviño que solo deben seguir en los sectores más necesitados. ¿Cuáles? ¿Qué sectores? ¿Quién lo va a decidir? ¿Adriana Lastra, Josu Ternera o un comité de expertos?

O sea que iban a arreglar los recortes del presidente Rajoy, el monstruo de las pensiones y terror de funcionarios, que había destrozado todo el sistema de cobertura social que teníamos en España y, ahora, aparece la ministra Calviño cantando la palinodia y anunciando la buena nueva social y socialista del tijeretazo en la pensiones, en los ERTE y en el sueldo de los funcionarios que ya están acostumbrados a la podadora retributiva desde la época de don Gumersindo Azcarate. Que cosas hay que oír. Lo que tal han dicho de Rajoy políticos y periodistas bizcochables, en las radios y televisiones de la izquierda, que son todas. El señor Rajoy se fue con el deber cumplido de dejar a España en una situación mil veces mejor que la que tenía cuando se la entrego Zapatero, que era una ruina. Se marchó satisfecho y, seguramente, recordando aquel terrible primer día en el que los asesores de Moncloa le presentaron las cuentas de como el país que iba a pilotar estaba en quiebra. Rajoy, cuando ganó las elecciones generales, pudo prometer muy poco. España estaba hundida y en la bancarrota y ya no nos quedaba crédito alguno en el mundo. Muy poco, pues, podía prometer el presidente. Solo le quedaba ofrecer a los españoles el trabajo de su gobierno para sacar a España de la depresión, parar la recesión, evitar el rescate, aplicar valientemente las reformas que había que hacer y conducir a la economía hacia el crecimiento y el empleo.

Sus años de mandato no le dieron tregua. Unos años extraordinariamente complejos y difíciles de depresión, paro, obligados recortes y el golpe de Estado catalán. Crisis total, que el presidente Rajoy afrontó como mejor supo: con su gran experiencia en las labores de gobierno, sentido común, pies en el suelo, prioridad para las necesidades reales y tijera al canto para lo superfluo. Y un único objetivo: mejorar el nivel de vida de todos los españoles. Recibió un país roto y en la ruina y logró una recuperación para muchos impensable y que hoy ya nadie discute. Cuando llegó a la Moncloa habló claramente. Y lo hizo con transparencia y sin esconderle nada a los ciudadanos. Explicó a los españoles la situación, fríamente, tal y como era. Y enumeró las medidas que se tenían que tomar y las reformas que hacer para no irnos al tacho. No recitó cuentos de hadas, ni ocultó pactos abyectos, ni maniobras infames. Hizo lo que prometió. Sacar a España de la ruina en la que la metieron otros. Pero, hoy, ya no está. Ahora esta Pedro Sánchez dirigiendo el cotarro y los recortes que escondía. Todo publicidad y propaganda. Besos, abrazos, condolencias y mascarillas con la bandera española. Nada más. Todo un cuento chino. Chino, como el virus.

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