Opinión

Sánchez y la nación

DICE, AHORA, don Pedro Sánchez, socialpodemita y progresista de pro, que España es una Nación de naciones. No explica por qué ni cómo, pero lo dice. Ni lo ilustra, ni lo razona, ni lo justifica, pero lo dice irresponsablemente y, además, defiende que los socialistas tienen que negociar con los independentistas catalanes y promover una reforma de la Constitución que posibilite que Cataluña «como nación se sienta integrada dentro de España» y hacer de nuestro país un estado plurinacional que nadie sabe lo que es.

Es decir, el señor Sánchez que se supone es español y socialista, ya no cree en España ni en el socialismo, y quiere cargarse la soberanía nacional que, en la historia de nuestro constitucionalismo, viene ya de la Constitución de Cádiz de 1812, que decía que: «La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo, pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales»; o como decía la Constitución republicana de 1931 que atribuía la soberanía al pueblo en su artículo 1.2, que establecía que todos los poderes de la República emanan del pueblo.


Pero bueno, al señor Sánchez esto le da igual. A él le gusta la gresca y a ella pretende llevarnos en una balcanización celtibérica que vaya usted a saber cómo va a terminar. Recuerdo no hace mucho a don Pedro cuando era candidato a la presidencia del gobierno de la nación española. Le recuerdo, como lo harán muchos millones de españoles, dando un mitin en Santa Coloma de Gramenet con una bandera de España de 4,40 metros de anchura y 2,60 de altura, que manda carallo. Cuando le preguntaron a que se debía semejante exhibición de españolidad y patriotismo, Sánchez explicó que lo que pretendía es que su partido sintiese esa bandera como propia y que si el cambio en España que proponía es un cambio que uniera, lo primero que tenían que hacer es reivindicar la bandera. Ha pasado año y medio y al señor Sánchez ya nadie le reconoce. Se ha convertido en un español fijo-discontinuo. Ahora ya no habla de banderas que unan. Ni de la bandera por la que lucharon muchos españoles, ni la que le representa a él. No. Ahora, don Pedro Sánchez ha mutado en separatista y no nos explica a los que le pagamos el sueldo el porqué de esa metamorfosis colosal. Por qué y ¿a cambio de qué? pretende liquidar la nación y la soberanía nacional que reside en el pueblo español y solo en él ¿Qué hay de la igualdad y de la solidaridad de todos los españoles? ¿Quiere el señor Sánchez viajar a la primera República y a que se vuelvan a constituir las repúblicas independientes de Cataluña, Málaga, Cádiz, Valencia, Sevilla, Alcoy, Cartagena, Algeciras, Almansa o Andújar, para que la de Granada le declare la guerra a la de Jaén y la de Jumilla amenace a la de Murcia diciéndole, solemnemente, a los ciudadanos murcianos que: «La Nación Jumillana desea vivir en paz con todas las naciones vecinas y, sobre todo, con la nación murciana, su vecina; pero si hoyara su territorio, Jumilla se defenderá, resuelta completamente a llegar, en sus justísimos desquites, hasta Murcia, y a no dejar en Murcia piedra sobre piedra.”?


¿Esto es lo que quiere el señor Sánchez? ¿Volver a 1873 y provocar una desintegración de la Nación? ¡Los experimentos con gaseosa! don Pedro. Haga usted el favor.

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