Opinión

Siguen en el olvido

YA SE sabe que en este país se investiga poco y mal. Sobre todo lo que no interesa. Aquí, en esta Celtiberia de censores y políticos correctos y acomplejados, los únicos que descubrieron algo fueron Cristóbal Colon y don Santiago Ramón y Cajal. Y es que en esta España, ayuna de investigadores y llena de manteros, no hay un duro para investigar. El investigador tiene que tener suerte y que lo coloque algún amigo a cargo del presupuesto. La valía, la formación y la inteligencia no cuentan. Ahí está, como muestra, el nuevo fichaje que hizo el Instituto de Empresa Busines School, una de las escuelas de negocios más importantes de España y del mundo, que acaba de contratar a Begoña Gómez, mujer del presidente del Gobierno, señor Sánchez, como directora del programa África Center, por unos 6.000 euros al mes de nada.

Tuvo suerte, doña Begoña, de que se hubieran acordado de su valía los responsables académicos de tan prestigiosa institución universal porque, de lo contrario, no le quedaría otro remedio que viajar a Massachusetts e incorporarse como directora de los asuntos del África Tropical en el Harvard John A. Paulson School of Engineering and Applied Sciences Massachusetts, de la Universidad de Harvard, situada en la coqueta y liberal ciudad de Cambridge. Menuda suerte la de la señora de Sánchez. Suerte y valía, claro está.

Menos suerte, tienen la Guardia Civil y la Policía a la hora de investigar en su trabajo. Sin medios y con unos sueldos de miseria, no dan abasto. Así, por ejemplo, en el brutal atentado del 11 M, en donde murieron 193 personas y hubo cerca de dos mil heridos, nos encontramos aún con muchos interrogantes y con opiniones muy contradictorias acerca de lo sucedido y sus responsables. Pero el tema de las malas pesquisas celtibéricas no se queda ahí. La Asociación de Víctimas del Terrorismo lleva mucho tiempo denunciando, públicamente, que más de 300 asesinatos de la ETA siguen impunes. Si, si y aunque parezca mentira en un Estado de Derecho; en un país desarrollado como es España, nos encontramos con 324 asesinatos de la banda terrorista sin resolver, sin juzgar y sin saberse los nombres de los asesinos. Una cifra sonrojante de la que nadie dice nada salvo, claro está, las familias de las víctimas que, además de aguantar el asesinato de un ser querido, tienen que soportar la incompetencia, la desgana y la vagancia de las instituciones que tienen la obligación de resolver estos asuntos.

Casi un millar de ciudadanos españoles han sido asesinados por los terroristas de la ETA desde finales de los años sesenta mientras, en España, los responsables políticos de turno, muchos curas y obispos del País Vasco y la mayoría de la sociedad que allí vive, presa del miedo, miraban y miran para otro lado. Casi mil muertos por ser españoles. Da pavor y rabia la situación vivida por las familias de decenas de guardias civiles y policías muertos vilmente. Viudas de guardias civiles con hijos pequeños y una mísera pensión, rompiéndose los riñones fregando escaleras para poder sobrevivir. Y encima, estos 330 asesinatos escondidos en un archivo con telarañas, esperando a que alguien haga algo. Mientras, a los terroristas los acercan a sus casas. Tienen suerte. Igual que doña Begoña Gómez que, gracias a su marido, no se tuvo que exiliar en Massachusetts. Seguirá en España, de verbena en verbena.

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