Opinión

Un paleto

Que este país se va por el sumidero es algo más que evidente. Lo que los españoles llevamos contemplando, diariamente, en estos últimos años denota, claramente, una colosal crisis, que nadie sabe a dónde nos va a llevar. Una crisis sanitaria brutal, pero también una crisis económica y de valores, que ha sacado a la luz las fechorías que se cometen por la clase dirigente y a los pájaros que las perpetran. Los escándalos de todo tipo están al orden del día. El latrocinio generalizado, la mentira, la falta de respeto por el semejante, la insolidaridad, el falseamiento histórico, la pérdida de credibilidad de los políticos y el ataque sistemático e irresponsable al sistema democrático que nos dimos los españoles al aprobar mayoritariamente la Constitución de 1978, conforman un chaparrón que no hay paraguas que lo aguante. Uno de los últimos desvaríos de nuestros políticos lo ha protagonizado el alcalde socialista de Palma de Mallorca. El munícipe ignaro y progresista, les ha retirado sus calles a los heroicos almirantes Churruca, Gravina y Cervera, por sus reminiscencias franquistas, en aplicación de una ley de memoria histórica que está volviendo tarumba a mucho alcalde de medio pelo. Tres almirantes del siglo XIX cuyo nombre se ha cambiado "por su origen franquista y para eliminar símbolos fascistas del espacio público", según manifestaba el alcalde, José Hila, destacado miembro del PSOE que apunta ya a ministro de Defensa cuando se jubile Margarita Robles. El primero de estos grotescos episodios de ignorancia y burricie histórica, lo había protagonizado, en su día, la señora Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, "ciutat sense llei", quien, haciendo gala de una supina falta de formación cultural, retiró la calle que la ciudad de Barcelona le había dedicado al almirante Pascual Cervera Topete. Un héroe de la guerra de Cuba a quien, la señora Colau no solo y sin razón alguna le despojó de ese honor ciudadano, sino que, además, le insultó grave y gratuitamente llamándole fascista. Estos días pasados le tocó el turno al alcalde balear Hila, quien hurtó de honores al propio almirante Cervera y a los héroes de la guerra contra Napoleón, Cosme Damián Churruca y Federico Gravina, en un ridículo colosal que ha convertido al corregidor de Palma en el hazmerreír de España. Un pobre paleto y un destacado sectario que, en ese afán de querer reescribir la historia a toda costa y a la medida de la izquierda, ha quedado marcado por el ridículo para el resto de sus días.

España no se merece tener al frente de sus instituciones a personajes de esta catadura. Ya está bien. Que le den teta a una criatura que tiene hambre en Las Cortes es una cosa, pero esto de retirar los reconocimientos que los ciudadanos otorgaron a sus héroes, mucho de ellos muertos por defender nuestro país, es otra cosa. Haría muy bien el alcalde Madrid en dedicarle un monumento a cada uno de estos heroicos marinos. Como lo tiene el almirante Nelson en Londres. ¡Ya está bien de tanto majadero y tanta majadería!

Comentarios