Opinión

Una alternativa fuerte

HOY, POR EL BIEN de la Democracia, de España y de todos los españoles, se debe de aclarar, siquiera un poco, el panorama de futuro en el principal partido de la oposición. Los socialistas elegirán a su líder. A la persona que va a encarnar la alternativa necesaria al gobierno de Rajoy en las próximas elecciones generales. Doña Susana Díaz, apelaba, ayer, a la unidad del partido, mientras que su contrincante, don Pedro Sánchez, seguía dándole cera a la andaluza de lo lindo. El señor Sánchez encarna un nuevo socialismo muy complejo de explicar, como le recordaba el que fuera presidente regional vasco, Pachi López, cuando le preguntó en un debate: "Pero Pedro, ¿tú sabes lo que es una nación?". Una pregunta con muy mala leche pero muy de actualidad, que solo recibió por respuesta los balbuceos y las dudas de Sánchez. Y es que Pedro Sánchez, abducido por el socialismo separatista catalán, se ha metido en un berenjenal de cuidado. Así, en su día, dijo aquello de que España es una Nación de naciones, y se quedó tan pancho. No hubo explicaciones, ni razonamientos, ni justificaciones. Ni seriedad alguna en alguien que pretende ser presidente del gobierno de España. El señor Sánchez, que debe generar confianza en propios y ajenos, parece que ya no cree en España y quiere cargarse, además, vía reforma constitucional, la soberanía nacional que viene ya de la Constitución de Cádiz de 1812. Los constituyentes, en aquellos momentos tan graves y difíciles para España, escribieron lo siguiente: "La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo, pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales". Claro y palmario. Y con ello no debe jugarse.

Esta España maltrecha necesita líderes. Dirigentes sólidos. Políticos con formación contrastada, experiencia acumulada y que hayan cotizado a la seguridad social. Gente que gobierne teniendo como meta el interés general de los ciudadanos y no el personal de cada uno. Y para eso hay que olvidarse de experimentos territoriales que no conducen a nada salvo a la ruina. España es una vieja nación que ya está inventada. Y no se puede comerciar con ella y con los millones que la habitan por un puñado de votos. Millones de españoles que recuerdan a Pedro Sánchez, cuando era candidato a la presidencia del gobierno, dando un mitin en Santa Coloma de Gramenet con una bandera de España de 4 metros de anchura y 3 de alto. Cuando le preguntaron a que se debía semejante exhibición, Sánchez explicó que lo que pretendía es que su partido sintiese esa bandera como propia y que si el cambio en España que proponía es un cambio que uniera, lo primero que tenían que hacer es reivindicar la bandera. Algo lógico y natural. Ha pasado no mucho tiempo y el señor Sánchez ya no es el mismo. Ahora, Pedro Sánchez ha mutado en defensor del separatismo, ante el asombro general y no nos explica a los que le pagamos el sueldo las razones de ese cambio radical. Susana Diaz, por su lado, pide unidad y concordia y dijo que este domingo sería "un día grande para el PSOE y para España". Y tiene razón porque esta nación que se va por el sumidero necesita, como no, un partido socialista fuerte y unido. Una alternativa fuerte, que de estabilidad al sistema democrático en el que tenemos la suerte de vivir. Es su obligación para con todos los españoles.

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