Opinión

Vacaciones y ancianos

Ya están aquí las vacaciones y el personal se prepara para disfrutarlas con la familia. Bueno, con la familia es un decir. Eso era antes. Ahí tenemos para recordarlo la película española de los años sesenta "La gran familia" interpretada por Amparo Soler Leal y Alberto Closas.

La película tuvo un gran éxito de público y la ponían mucho en la tele, porque retrataba muy bien lo que el régimen de Franco, ya en su final, entendía por ese conjunto de personas, ascendientes, descendientes, algún colateral y afines de un linaje que viven juntas.

La película retrataba las peripecias de la familia numerosa española, típica de la época, con muchos hijos, padre pluriempleado y madre sacrificada. A veces, se iban de veraneo a Benidorm, como muchas familias españolas de clase media, que se llevaban a la playa al canario, al chucho, a la suegra y a los abuelos.

Pero eso era antes. Ahora la cosa ha cambiado mucho y con la crisis el personal celtibérico ha reducido gastos de manera radical. Ahora en la familia dejan al canario en casa para que trine a la policía cuando vienen los okupas; algunos desalmados abandonan el chucho en la calle, y los hay que, más desalmados todavía, dejan a los abuelos tirados en casa o depositados en la residencia de la Seguridad Social, vía urgencias, donde quedan muy bien atendidos por nuestros magníficos profesionales sanitarios.

Es sabido que uno de los mayores problemas que tiene esta España nuestra es el de ser un país muy viejo, con pensiones míseras y una calidad de vida calamitosa. El problema es muy grave y el personal que lleva dirigiendo este país durante los últimos treinta años, no se entera del problema ni hace nada al respecto. Nuestros políticos miran para otro lado e ignoran la situación de desamparo y soledad en la que viven decenas de miles de nuestros mayores sin enfrentarse con determinación a este problema que se agrava día a día.

Hace unos años escribía en esta misma columna un suceso que costaba creerse pero que sucedió verdaderamente y por el que tuvo que pasar una pobre viejecita en Barcelona. Su familia la abandonó en el medio de la calle, sentada en una silla y con las maletas en el suelo. A su propia abuela que, además, sufría demencia senil. Denunciados los familiares de la señora, la Audiencia de Barcelona los condenó a pagar una multa de 240 euros por dejar tirada en la rue a la desgraciada anciana.

En las mismas fechas, el Ayuntamiento de Ciudadela en las Islas Baleares, sanciono con 4.500 euros al propietario de un perro por abandonarlo en la calle. He aquí un claro ejemplo de la sensibilidad y la preocupación que los poderes públicos celtibéricos tienen por nuestros ancianos. La vida de una pobre señora octogenaria vale veinte veces menos que la de un perro.

En España, hay más de 8 millones de ciudadanos que superan los 65 años. Aquí, una de cada cuatro personas mayores no recibe visitas nunca y casi dos millones de ancianos viven solos en sus viviendas, falleciendo muchos de ellos en la más absoluta soledad.

Mientras, en el BOE, se publica la subvención para el Encuentro Internacional de Cucurbitáceas, que tienen una gran importancia etnobotánica y en las que se incluye los zapallos (Cucurbita), el melón (Cucumis melo), el pepino (Cucumis sativus) y la calabaza vinatera ((Lagenaria siceraria) de gran abundancia en la Carrera de San Jerónimo.

En fin, vayan a votar. ¡Total que más da!

Comentarios