Opinión

Ambos lados

PARECE DEMASIADO simple responsabilizar a todos los pueblos árabes de los últimos atentados terroristas. De hecho, tanto Occidente como Oriente padecen la misma amenaza: París o Túnez son algunos de los ejemplos más recientes. Por desgracia, las acciones militares, en Siria, solo provocarán un mayor aumento del sentimiento de odio, a un lado y a otro del planeta. Ya se sabe que violencia, a un lado, suele llamar a más violencia al otro. Empuñar un arma, en un lado, invita a responder de igual forma al otro. Lanzar una batería de misiles, por un lado, suele generar una cadena belicista, por otro. Todas ellas, sin duda, determinaciones enemigas de la paz. Sinónimos de destrucción ante cualquier sueño constructivo. Las semanas pasan y las utopías crecen al mismo nivel que el número de refugiados fallecidos en la fosa del Mar Mediterráneo, civiles corriendo bajo la sombra de las bombas o personas degustando un refresco en una terraza parisina. Por desgracia, el jeroglífico no presenta fácil solución. A un lado y a otro. El extremismo religioso se ha convertido en la excusa perfecta para casarse con la muerte a un lado. Y divorciarse de la vida, ideando un exterminio selectivo a modo de justificación, al otro. Infieles a un lado. Objetivos militares al otro. Destrucción de la vida imparable a un lado. Dolor imposible de detener a otro. El drama no para y, lamentablemente, persiste para quienes aprendimos que el mapa de geografía era una hermosa y pacífica representación de las diferencias de teológicas, culturales o sociales a un lado y otro del mundo.

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