Opinión

Ondas Campesinas

LAS ENTRAÑAS de Honduras han sido la cueva en las que han residido todas las adversidades de los últimos tiempos: desplazados de la guerra en El Salvador, hostilidades de las pandillas o el propio golpe de Estado de 2009. En Morazán, en plena zona fronteriza, radica un musculoso movimiento de campesinos que demuestra estar tan organizado como dispuesto a combatir las injusticias promovidas por una oligarquía de terratenientes con grandes influencias para manipular a un gobierno que transpira corrupción por todos los poros. De hecho, resulta casi misión imposible encontrar a alguien que no haya sucumbido a la tentación de bañarse en el barro de la apropiación indebida. Una acusación que también persigue a un amplio grupo de agricultores. Cada vez que intentan ocupar un pedazo de tierra libre para cultivar algo de supervivencia encuentran la resistencia de los militares: detenciones indiscriminadas, imputación de delitos inexistentes o persecuciones injustificadas es la realidad diaria rural en este rincón de Centroamérica. Pero, nada les arruga, nada los detiene, nada neutraliza su intención por cambiar las cosas. Para ello, llevan años utilizando la complicidad de la radio. En cada incidente por ocupar un palmo de hectárea fértil hay un micrófono abierto o una voz beligerante que denuncia cosechas de tiranía. Un curioso concepto de Ondas Campesinas que ha pasado a ser el imparable amplificador de las evidencias en cada caso dónde se escurre el abuso de poder.

Comentarios