Opinión

'Pachamama'

No es un asunto menor para el resto de la humanidad. Que un espacio natural, de un valor incalculable a nivel planetario, sume días y días padeciendo los devastadores efectos de los incendios, resulta alarmante. Debería despertar una reacción de la comunidad internacional de una mayor determinación. Pero, la tibieza o ambigüedad suele ser la norma en asuntos alejados a la economía. Olvidando que el acto de respirar oxígeno no tiene fronteras. Es una necesidad global.

Demostrado queda que más del 90% de los fuegos han sido intencionados: hectáreas arrasadas que pierden una riqueza medioambiental casi infinita. Y, ¿por delante? Un larguísimo plazo para recuperar la condiciones adecuadas para dar vida, de nuevo, a un ecosistema. Ese es el habitual escenario para cualquier lugar devorado por las llamas. Y estas semanas quien llora es el Amazonas ante tanto dolor; a sabiendas de que ya nada será igual. Ante una persistente lluvia que llena de ceniza los bosques y ríos como el anuncio de una extinción forzada. Las llamas se han apoderado de un contexto en el que no solo se encuentra una admirada diversidad de especies: fauna y flora. También, residen hombres y mujeres; conformando comunidades, pueblos o sistemas de convivencia que respetan las normas del juego. Integrados en el medio y no adaptando las condiciones del hábitat a su conveniencia. Así es la filosofía de vida para el mundo indígena: el respeto a la madre tierra debe ser máximo, real y leal. Culturas como la Quechua o Aimara insisten en dar entidad sagrada a la Pachamama. Una concepción del mundo muy parecida existe para los Mapuches con la Ñuke Mapu. El cuidado por el planeta siempre ha imperado en algunas culturas ancestrales mientras que las más contemporáneas han decidido desentenderse de sus obligaciones como arrendatarios de un espacio prestado. Buscar la negra sombra del expolio, a base de aplicar recetas de indolencia, se ha convertido en el elegido camino, sin retorno, para una gran parte de los habitantes de un planeta con recursos limitados. Cada vez más. A medida que pasan los años se incrementan las posibilidades de que agotemos todas opciones disponibles. Por el momento, seguimos en la misma dinámica y ya hemos consumido bienes que no nos corresponden. Forman parte del lote de las nuevas generaciones. De su futuro. Aunque, lo más probable es que este sea un asunto de escasa relevancia para las grandes potencias mundiales. Para presidentes como el de Brasil, Jaer Bolsonario, resulta más interesante prevaricar con los derechos humanos. Entregar el patrimonio global, el de todos, a unas pocas manos al mismo tiempo que iza la bandera de la prosperidad y el desarrollo. Vendiendo al capitalismo, más atroz, una propiedad ajena. Destruyendo las raíces fundamentales de la Pachamama como si se tratase de un juguete perecedero. Sin embargo, cada minuto que respiramos estamos en deuda con el Amazonas o los diferentes mares que llenan nuestras vida de aire respirable. Por su bien, no deberían olvidarlo.

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