Opinión

Zona Cero

CADA ACONTECIMIENTO, desde los atentados del pasado 11-S, ha buscado su propia ‘Zona Cero’ como lugar de referencia para catalizar emociones y, con el paso del tiempo, sortear la habitual amnesia histórica. Fijar esos escenarios donde la fatalidad o la crueldad humana han estado más presentes que ausentes. Disponer de espacios, convertidos en magistrales muestras,paraenseñar a las nuevas generacionesque aquellos errores ya cometidosno pueden volver a ocurrir. De lugares que eviten la repetición de genocidios, masacres, vulneración de derechos humanos o hechos exuberantes de insolidaridad.Aunque, las dudas se multiplicanpor diez a la hora de elegir un territorio que simbolice la reciente crisis humanitaria de los refugiados: una orilla de la isla griega de Lesbos, el campo de Idomeni o la frontera con Turquía podrían ser los paisajes idóneos para ilustrar el vergonzoso retrato de una Europa enamorada del neoliberalismo; traicionada por un parlamento intervenidopor la política económica o perdida en el mar de la coherencia, navegando en un buque inundado por incontables vías de agua. Y, en este caso, no será sencillo ubicar un punto concreto que nos recuerde, en el futuro, como fuimoscon quienes huyeron de una absurda guerra. Pero, se antoja todavíamás embarazoso poder explicarnuestro comportamiento a hijos y a nietos cuando pregunten: ¿por qué pasó eso?

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