De la mano de Francine Patterson, la gorila Koko lograba comunicarse a través del lenguaje de signos. Aprendió a manejar 1.000 señas y entendía unas 2.000 palabras, además de cuidar de sus mascotas, dos gatas. Un día, a Koko le preguntaron qué era la muerte y ella respondió con tres conceptos: dormir, adiós y agujero cómodo. Sin embargo, cuando murió su primera gatita amplió su definición de muerte, explicando que "era mala", que "estaba triste" y que quería "llorar". Tan brillante y simple. Siempre pienso en Koko cuando el dolor no deja que me salgan las palabras. Y eso quería decirles, sé que la muerte es mala, que estoy triste y que quiero llorar.
