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Cuatro años para remar

La crisis demográfica y la financiación autonómicaacercan a Núñez Feijóo y a a la oposición

DE LAS palabras del debate de investidura de Núñez Feijóo a los hechos de cuatro años que le quedan por recorrer al de Os Peares al frente de la Xunta. Casi nada. Si para algo sirvieron las dos jornadas que auparon al líder del PP a la presidencia del Gobierno gallego fue para constatar que la economía sigue sustanciando casi todo el debate político. Paro y planes de empleo, el fin de la crisis que unos ven y otros no, demografía y emigración, sector lácteo, naval, eólico, recortes, déficit público, financiación autonómica, quiebra de las cajas, traspaso de la titularidad de la AP-9, llegada del AVE, modelo industrial...

La comodidad con la que afrontó el debate en O Hórreo el ya presidente también sirvió para el estreno de unos y la búsqueda de su lugar en el mundo por parte de otros en lo que se presume ya como una oposición a tres. Y, sorpresa, esta vez hubo hasta puntos de encuentro, o eso parece, que también han tenido como ejes cuestiones relacionadas con la economía. Núñez Feijóo reconoció una evidencia: la "solidez" del líder socialista, Xoaquín Fernández Leiceaga, en dos asuntos clave: la financiación autonómica y la crisis demográfica. Y no semejaba simple cortesía.

Tras años de parálisis, la revisión pendiente del modelo de financiación autonómica para una comunidad como Galicia,que ha cumplido con el déficit, haciendo los deberes que otros no han querido o no han podido, debe servir para unirnos. Por una razón, y no es solo Cataluña y su deriva soberanista. Sobre la mesa está ya la eventual posibilidad de establecer quitas a las comunidades incumplidoras que en su momento se acogieron al Fondo de Liquidez Autonómica, entre las que también se encuentra Valencia. En otras palabras, llegado el caso, los planes de rescate de determinadas autonomías habrán servido no solo para salvar sus servicios públicos a coste cero, sino para penalizar a las cumplidoras, caso de Galicia. Ante esta amenaza, la unidad de acción desde Galicia debe estar más que garantizada, por muchos matices que haya. Este asunto, y no el traspaso de la AP-9, sí debería estar más que consensuado.


Cuatro años quedan para avanzar. Y en determinados asuntos, como esta semana quedó de manifiesto en el debate de investidura de Núñez Feijóo, conviene ir de la mano


Otro denominador común en el horizonte de la legislatura que ahora comienza: la crisis demográfica. En su discurso, Feijóo avanzó incentivos y planes de retorno para los emigrantes, ya sean jóvenes estudiantes sin oportunidades en Galicia o hijos de la diáspora. En una comunidad en la que hay tantos pensionistas como cotizantes a la Seguridad Social, armar alternativas, más o menos negociadas con la oposición, para atajar la crisis demográfica, es una obligación. Y en esta ocasión, el presidente fue más allá de lo habitual, es decir, de loscheques bebé y el fomento de la natalidad, que siempre son medidas a largo plazo. Implícitamente,con su propuesta del plan de retorno, recoge una tesis de otros programas electorales, siguiendo un guión que pasa por retener talento, traer el que se fue, el más joven y preparado, y crear oportunidades también para los inmigrantes.

Hasta aquí, el recorrido que pueden hacer juntos Xunta y oposición. "Se xa non hai crise económica, por que segue habendo recortes?" Ana Pontón tocó hueso con su pregunta. Y es precisamente una intensidad de la recuperación que no acaba de ser suficiente lo que impide que se visualice cualquier avance. El PIB gallego crece al 3%, en línea con la media española, pero el motor ha tardado más en arrancar, y se nota. Las previsiones para el próximo año, del 2,3% de alza, no son, desde luego, para relajarse. Y eso se notará en el empleo.

La deuda pública es otro caballo de batalla que sirvió de coartada a la oposición para rearmar su artillería contra el candidato popular. El dato está ahí. El recurso a la deuda prácticamente se ha duplicado desde que el PP llegó a la Xunta, en 2009. Estamos en unos 10.000 millones, a los que habría que sumar otros 3.000 millones comprometidos en peajes en sombra, que esa es otra. Pues bien, el endeudamiento tiene varias lecturas. Primero, para qué se destina. Es muy distinto pagar nóminas con ese recurso que destinarlo a la economía productiva, a inversiones. Y a veces no reparamos en que entre 2009 y 2015 hemos sufrido una crisis como jamás se recuerda. Si Galicia no se hubiera podido endeudar, tendríamos ahora otro problema. Son matices, pero determinantes, como lo son también aludir, dentro de los planes eólicos, por ejemplo, a los megavatios autorizados estos años, que distan mucho de los realmente instalados.

Cuatro años quedan para avanzar. Y en determinados asuntos, como esta semana quedó de manifiesto en el debate de investidura de Núñez Feijóo, conviene ir de la mano. Remar. Sin perder la perspectiva.

Semana decisiva para las plantas de Alcoa


La subasta de interrumpibilidad que arranca el lunes se presenta algo mejor de lo previsto, con la reciente ampliación de los grandes bloques demegavatios en una puja a la baja y de la que penden, como en un cruel examen de reválida, miles de empleos en Galicia y Asturias. Hay más a repartir frente al año pasado, pero también es una incógnita el número de candidatos (empresas electrointensivas) que se presentarán a las pujas. Tradicionalmente, en las últimas convocatorias, Galicia contaba con varios aspirantes: las plantas de Alcoa en San Cibrao y A Coruña, y las de Megasa (Narón), Ferroatlántica (Cee y Dumbría) y Celsa Atlantic (A Laracha). Sin duda, son las fábricas de la multinacional norteamericana las que se encuentran en situación más crítica, en el buen sentido, claro, el que define su elevada dependencia de los costes energéticos, por una cuestión de dimensiones. San Cibrao es el ejemplo.

Toda esta semana grande que se avecina llega con un nuevo ministro del ramo, Álvaro Nadal, uno de los ideólogos de la política económica de Mariano Rajoy en los últimos años. Pero viene precedida por meses de vértigo, más que incertidumbre, que los trabajadores de Alcoa en ningún caso se merecen. Y es esa callada por respuesta que llevan dando desde la multinacional ante la eventual venta de sus plantas, nunca desmentida. La mejor arma de presión.

Quizá tengan razón tanto el conselleiro de Economía, Francisco Conde, como los propios trabajadores: lo importante es garantizar la viabilidad de las plantas, y por tanto sus empleos, más allá de quien sea su propietario. En nada, la respuesta.

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