Blog | Zona Franca

El futuro aterriza en Rozas

QUIEN da primero suele dar dos veces. Solo por ese motivo merece ser tenida algo más que en cuenta la apuesta por desarrollar un polo tecnológico de aviones no tripulados en el aeródromo de Rozas, en Castro de Rei. El de los drones es un mercado cargado de futuro, en el que hasta la legislación que regulará su uso todavía está en pañales, tanto en España como en media Europa. Por tanto, la valentía puntúa si además de apostar por la industria se activa la fibra sensible de la I+D+i, una auténtica asignatura pendiente en nuestra economía, sobre todo en el sector privado. Si, además, es la Galicia interior la que sale reforzada por la apuesta, potenciando unas instalaciones hasta ahora con un uso prácticamente testimonial en una ubicación inmejorable, la ecuación del reequilibrio territorial también se despeja. Para que encajen todas las piezas hace falta el sector privado, en una alianza en la que la Xunta arriesga lo suyo. Nada menos que 40 millones de euros, por 75 millones comprometidos por los dos socios privados que han ganado el concurso.

Y en todo este proceso llaman la atención tanto los ganadores, la consultora tecnoló- gica Indra y el gigante de servicios Inaer, como quienes se han quedado en el camino. Solo los nombres de los otros dos consorcios finalistas, Boeing y Airbus, dicen mucho del fuste de los candidatos a copilotar el proyecto de Rozas. Precisamente, estas dos multinacionales son constructores aeronáuticos al uso, frente a los ganadores, Indra e Inaer, que presentan otros perfiles, quizá más versátiles e innovadores.

Ambas compañías son viejas conocidas en Galicia. Y concretamente de la Administración autonómica. Inaer, actualmente en manos de la británica Babcock International Group, tiene desde los años noventa el contrato del servicio de los helicópteros medicalizados del transporte gallego de urgencias sanitarias. Los helicópteros de Salvamento Marítimo, los conocidos como Helimer, también son operados por Inaer. El servicio de transporte aéreo para las brigadas contra indencios, adjudicado por Medio Rural, también lo presta esta compañía con centro de operaciones en Alicante. El gigante británico Babcock, uno de los principales proveedores de la industria militar en Reino Unido, adquirió hace dos años el grupo propietario de Inaer, fundado por un emprendedor valenciano que comenzó fumigando plantaciones de tomate y cuya propiedad ha pasado por varios fondos de inversión en los últimos años.

Indra es en España lo que un día fue Soluziona en Galicia. La filial de la entonces Unión Fenosa que aglutinó las conocidas en los noventa como Norsistemas, Norconsult y Norcontrol acabó en manos de Indra, que tiene un centro de operaciones en A Coruña, acumula contratos con administraciones públicas gallegas y un vínculo que evidencia que todo queda un poco en casa. Cotizada en Bolsa, el mayor accionista de Indra, con algo más de un 20% de su capital, es la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi), que depende del Ministerio de Hacienda. Los derechos políticos de ese paquete, sin embargo, los detenta el Ministerio de Defensa. Y el departamento que dirige Pedro Morenés es el gestor del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (Inta), propietario del aeródromo de Rozas.

Aunque serán exclusivamente usos civiles los que tendrán los drones y modelos a desarrollar en Castro de Rei (inicialmente,los UAV Lumes, UAV Targus y un vehículo submarino), resulta de cierta candidez criticar a los protagonistas de este proyecto por sus vínculos con la industria de la defensa. Galicia construye fragatas y portaaviones (Navantia), patrulleras (Rodman), vehículos totoderreno (Urovesa) y armamento (antes Santa Bárbara), con un exclusivo destino militar. Y lo lleva haciendo muchos años, en un negocio de miles de millones.

Indra e Inaer han ganado la partida por hacer una apuesta más alta, con gran complementariedad en cuanto a un ámbito de aplicación cercano (incendios forestales, vigilancia costera), por la relocalización de proyectos en marcha y por dar juego a universidades y clústeres de proveedores gallegos, que los hay. Sus competidores, sobre todo Airbus, estuvieron desde el primer momento sobre el foco de la duda, ya que algunos de los planes que presentaban consistían en la readaptación de proyectos en marcha y que habían recibido ya ayudas públicas, créditos del CDTI y fondos Feder. Con el polo de Rozas, Galicia se asoma a una nueva realidad, a otro modelo industrial, con el discreto empeño de un monfortino, Francisco Conde, que desde Economía tendrá ahora que velar por el cumplimiento de las expectativas puestas en los drones.

Un PIB que crece a rebufo de la obra pública

LA economía gallega enderezó el rumbo de su tímido crecimiento en la recta final de 2015. Ese trimestre, el último, el Producto Interior Bruto gallego avanzó un 0,8% en tasa intertrimestral, indéntico comportamiento que mostró el incremento del PIB español. Es la primera vez en muchos años que Galicia iguala en avance a la media nacional. Fue un auténtico arreón final, para una economía que tardará en igualar los registros de crecimiento de España. El balance de un alza del 2,1% obtenido por Galicia al cierre de 2015, frente a un crecimiento del PIB del 3,2% para el conjunto de España, lo dice prácticamente todo. Medio llena, medio vacía, la botella del PIB gallego alcanza tasas superiores al 2% en su mejor dato desde 2007 y frente a un pobre 0,4% del cierre de 2014. Nos dimos de bruces con la crisis más tarde que el resto de España, y también tardaremos más en salir del laberinto. Sin embargo, más allá de ritmos, preocupan, y mucho, los anclajes de ese crecimiento del 2,1%, ya que si repasamos por sectores la evolución del PIB el año pasado comprobamos que la construcción, con un alza de nada menos que del 3,7%, se convirtió en motor, por delante de la industria, que avanzó un 2,1%, y los servicios, que lo hicieron un 2%. Hablar de construcción en un año electoral como el 2015 es hacerlo de obra pública, con unos riesgos coyunturales que en nada dependen de la demanda y del consumo privado. Galicia aspira a crecer un 2,5% de medida hasta el 2020. Esas son las previsiones de Facenda. Bien haría la Xunta en exprimir ese plan estratégico para que podamos aspirar a tasas mucho mayores.

No pinta nada bien el plan de la banca para Nueva Pescanova

PRIMEROS pasos de la Nueva Pescanova. De la mano de la banca, por supuesto. Y primeras sospechas. El consejo de administración constituido en Chapela sirvió para trazar un plan de descartes. Por ejemplo, el de volver a cotizar en Bolsa. La compañía tiene sus acciones suspendidas de cotización desde hace unos dos años, y aunque la banca controla el 80%, hay unos accionistas minoritarios que no son solo Demetrio Carceller y Cía., que ven ahora, con ese aplazamiento, la consumación de una suerte de corralito. También se descarta una ampliación de capital inmediata, que tendrá que esperar u n o s m e - ses, y que servirá para pasar el rodillo sobre ese 20% del capital tan incómodo para los bancos. Los gestores de la compañía hablan de algunos ajustes, y suenan a laborales. Un grupo que no hizo ni un ERE con todo lo que le cayó encima durante la suspensión de pagos no puede tener ahora, saneado, intenciones semejantes.

Velocidad de crucero en Abanca y la vista puesta en Portugal

MUCHO ha cambiado Abanca en dos años. Los que lleva Escotet al frente de la entidad. Sobre todas las transformaciones, sobresale una: la vuelta a la normalidad, difícil para una plantilla que sufrió un viacrucis. También está el retorno a la senda de los beneficios, unos 330 millones en 2015, sin t i r a r e s t a vez de créditos fiscales. La entidad aguanta el chaparrón de la caída de márgenes que asola al sector con la generación de extraordinarios. Y, mientras vuelven a sonar tambores de fusiones por las estrecheces el mercado, Escotet anuncia que están estudiando compras. Mira sin decirlo a Portugal. Y en el país vecino, el nuevo gobierno anuncia la inminente privatización de Novo Banco, que nació con los activos buenos de Banco Espíritu Santo. El Santander es firme candidato para hacerse con el tercer banco portugués, pero con Escotet nunca se sabe.

Comentarios