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Galicia busca su marca-país

Una estrategia conjunta y coordinada resulta clave para reforzar la proyección internacional
 

Los Reyes con Ana Pastor, Alberto Núñez Feijóo y el resto de autoridades gallegas, en Fitur. DP
photo_camera Los Reyes con Ana Pastor, Alberto Núñez Feijóo y el resto de autoridades gallegas, en Fitur. DP

TODOS A una, alcaldes, presidentes autonómicos, de diputaciones, conselleiros y directores de organismos y entes públicos se han dado cita como cada año en el mismo lugar. Una convocatoria obligada en el Campo de las Naciones. El ritual tiene en la Feria Internacional de Turismo (Fitur) su efímero escaparate por unos días. Aunque de retornos económicos difíciles de cuantificar, nadie se lo quiere perder. Galicia no es una excepción a ese aluvión que durante tres días invade Madrid. Cada año, un lema, o el mismo, qué más da, para renovar una oferta que promete descubrir las esencias de un territorio, o de cientos.

El caso es que Galicia busca desde hace años un posicionamiento en los mercados internacionales, más allá del turismo. Y lo hace con distinta suerte. Forma parte de una estrategia que, en el argot de los economistas y sociólogos, se viene a denominar marca-país, alejada de cualquier tic ideológico o de lecturas en clave nacionalista. De la teoría a la práctica hay un trecho, y Fitur, con sus tópicos, no es más que una muestra de esa guerra del todos contra todos que se libra en el sector turístico, en este caso, sea abanderada por un concello, una provincia o toda una comunidad autónoma.

El término marca-país surge de la necesidad que sienten los gobiernos y los sectores económicos (también culturales, sociales y deportivos) de generar una identidad propia frente a los mercados internacionales. La estrategia de posicionamiento de un país en particular se enmarca, en definitiva, en el objetivo de capitalizar el origen de las personas, las empresas y los productos en los mercados globales. El análisis corresponde al catedrático Fernando González Laxe, que ha estudiado a fondo este concepto y su aplicación en Galicia.

"Las llamadas estrategias marca-país, por sí solas, no son una solución, pero sí constituyen un paso importante para poder generar sinergias de trabajo político y económico en un territorio", explica en uno de sus estudios el expresidente de la Xunta. "En consecuencia, deben desarrollarse todos aquellos aspectos que sean necesarios para el diseño de una estrategia compacta, viable, consensuada y aceptada". ¿Lo hacen los diferentes actores de la economía gallega? Desde la etapa de Fernández Albor, la Xunta ha perseverado en la búsqueda de una marca-país. Lo ha hecho con desigual intensidad y distinta suerte.

El Foro Económico de Galicia, el laboratorio de ideas codirigido por González Laxe y Santiago Lago, aborda este asunto en la batería de cincuenta propuestas para la Galicia del futuro. En síntesis, este grupo de trabajo insta a "definir un marco para la acción exterior de Galicia y a desarrollar normativamente el proyecto procurando un consenso generalizado". Va más allá, incluso, al proponer la creación de "una unidad administrativa de alto nivel y dependiente de la Presidencia de la Xunta (Secretaría o Consellería de Asuntos Internacionais) que actúe como atalaya para aplicar diferentes propuestas, evite disfunciones y solapamientos y se dote de una dirección política propia". Nada menos.

Detrás de las marcas hay activos. Y Galicia los tiene también en sus empresas. Esta misma semana, el ranking anual que elabora la consultora Interbrand, toda una referencia, ha coronado a Zara como la marca más valiosa de España, con un valor estimado de unos 15.500 millones de euros. Los es por delante de Movistar, que retenía el título hasta ahora. Lo llamativo es que en ese singular ‘top ten’ también figuran Bershka y Massimo Dutti. Tres marcas de Inditex entre las diez más valoradas. Todo un síntoma.

En el listado de las treinta primeras marcas nacionales irrumpe por primera vez Estrella Galicia. Y esta incorporación es, quizá, todavía más sorprendente, por tratarse de una empresa que inició con éxito una expansión nacional sin renunciar a su nombre de origen, el de la tierra que le vio nacer. Ignacio Rivera, que pilota el grupo familiar, suele comentar que cuando hace años estudiaban su expansión nacional lo primero que les recomendó una consultora fue cambiar de nombre con el fin de abordar otros mercados. Ni que decir tiene que esa recomendación fue el último servicio que prestaron esos asesores a Hijos de Rivera.

"Galicia debe comenzar por señalar claramente cuál es el lugar que quiere ocupar en el mundo, y en nombre de qué valores, y con la mirada puesta en objetivos igualmente claros y evaluables", señala González Laxe en el estudio. Fitur, con ese todos contra todos, por mucha proyección que aporte y por muy determinante que sea el turismo para nuestra economía, no parece la herramienta mejor engrasada para lograrlo. 

Cuando la innovación va por barrios
Por ambición que no quede. La Xunta acaba de presentar sus planes inversores para lograr que la innovación se pueda conjugar desde cualquier empresa. Y siendo cierto que no solo innova la industria (por ejemplo, un despacho de abogados puede ser de lo más innovador) conviene situar esta aspiración en su justo término. Veamos.

El objetivo pasa por el propósito de que, entre inversión pública y privada, se movilicen unos 1.780 millones de euros en tres años para que se consolide realmente un sustrato de I+D+i que vaya más allá de las grandes referencias empresariales y de las iniciativas del propio sector público. Democratizar la innovación, en rápida síntesis.

¿Y de dónde partimos? Pues de unas tasas muy bajas de esfuerzo inversor en I+D sobre el Producto Interior Bruto. Galicia dedica el 0,87% de su PIB a la investigación, la mitad de la media europea, y sensiblemente por debajo del 1,19% que registra España. El camino a recorrer, por tanto, es largo, sino tortuoso. En la presentación, junto al conselleiro Francisco Conde, el presidente de la Xunta habló de la planificación como clave del proyecto. Y quizá esa sea la piedra angular, más que los números, de la iniciativa. Contamos con ejemplos recientes. Y dibujan una tozuda realidad paralela.

Sin ir más lejos, tenemos en Rozas un polo tecnológico que aspira a ser punto y aparte en materia de drones, pero el Consorcio Aeronáutico Gallego tiene su sede en Vigo. Y fundaciones como el Instituto Tecnológico de Galicia o institutos universitarios como el CITIC avanzan, ambos desde A Coruña, en varios proyectos de aeronaves no tripuladas. Planificación, por favor.

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