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Travesía en el sector lácteo

EL sector lácteo gallego se mira en el espejo de nuevo y sigue viendo la misma imagen en blanco y negro. Tras el acuerdo firmado hace apenas mes y medio en la sede del Ministerio de Agricultura entre industrias, distribución y parte de las organizaciones agrarias, los precios que se pagan a los productores apenas reflejan incrementos de medio céntimo por litro, y la estampa de los desequilibrios dentro de la cadena sigue proyectando las distorsiones de siempre.

La ministra García Tejerina, por un lado, y la propia Administración gallega, de otro, piden tiempo, cierto margen, para que comiencen a verse los primeros resultados. Quizá no les falte razón. Y hasta cierto punto puede ser cierto que las movilizaciones que se anuncian ahora por parte de los ganaderos, más selectivas pero a la vez con mayor contundencia, pueden seguir el calendario que marca una oculta hoja de ruta en plena cuenta atrás para las elecciones generales. Pero no lo es menos que casi nada ha cambiado desde septiembre. Por tanto, las reivindicaciones siguen siendo las mismas, céntimo arriba, céntimo abajo. Y también los problemas.

Llegados a este punto, casi todo es interpretable. Pero, entre las lecturas de unos y otros, conviene detenerse en miradas como la del profesor Edelmiro López Iglesias, del Foro Económico de Galicia, que acaba de presentar un sesudo análisis del sector, coincidente en parte con las tesis de otros colectivos, como la asociación Terra e Leite.

¿Y cuál es la lectura de López Iglesias sobre el acuerdo firmado en septiembre? Pues nada alentadora. A su juicio, se trató de un «intento de ganar tiempo» a la espera de que el comportamiento «estacional» de la leche derivase en una subida de los precios en origen, que todavía no ha llegado «por la debilidad» de la industria gallega y porque «la estabilización» en el mercado internacional «aún no se ha dado».

En un mar de enorme volatilidad como el actual tras el fin de las cuotas lácteas, sería de ingenuos pretender que Galicia se llegue a convertir algún día en una isla de estabilidad. López Iglesias sostiene, como muchos observadores, que el acuerdo nació «cojo», fruto del «puro voluntarismo» entre las partes, al no incorporar herramientas de control y supervisión, y mucho menos medidas sancionadoras o, al menos, disuasorias.

Sin embargo, la caja de los truenos de la polémica vuelve a destaparse cuando la ministra García Tejerina habla, como si no fuera con ella ni con su gestión en el ministerio, de «razones estructurales» para interpretar los datos que ponen sobre la mesa la joven Federación Rural Galega o la Plataforma pola Defensa del Sector Lácteo. Cerca de ochenta explotaciones cierran al mes en Galicia, más de dos granjas al día. Y ambos colectivos lo achacan a la caída de precios durante el último año. Esos son los datos, crudos como la leche.

Las «razones estructurales» a las que apela la vallisoletana hunden sus raíces en un modelo que presenta grandes carencias desde hace años, que la situación actual viene a agravar de forma determinante. Pero, desde luego, no son de ahora. El informe del Foro Económico de Galicia, presentado esta semana, incide en problemas y también en soluciones, y hace más urgente si cabe la elaboración de un plan estratégico sólido para el sector. Sin salir del sector primario, de la agroalimentación, el contraste dibuja una realidad preocupante. Según el estudio, Galicia tiene un peso en la producción láctea española similar a lo que alcanza en la pesca (entre un 40 y un 45%).

Sin embargo, mientras la industria pesquera, que también sufre lo suyo, supone el 50% de la de España, en la láctea no llega al 10%. Revelador. Las empresas de capital gallego, hoy limitadas a Leche Río-Leyma, Feiraco y Clesa, básicamente, solo transforman el 20% de la leche producida por los ganaderos gallegos, «pudiendo estimar que representan», según los cálculos de López Iglesias, «menos del 3% de la industria láctea española».

Por algo las miradas de los ganaderos, con sus nuevas movilizaciones, se detienen en dos grandes compañías: Lactalis, el líder francés que domina la recogida de leche en Galicia, y Danone. Y por algo desde el Foro Económico de Galicia se apunta a la irrenunciable necesidad, concretamente, de reforzar el compromiso de Lactalis con Galicia, a través de inversiones o proyectos estratégicos en los que también se implique a la débil industria autóctona y a los ganaderos. Y ese compromiso solo lo puede arrancar la Xunta. Lo que Citroën es para la automoción gallega, lo que Pemex representa para el naval, bien lo podría asumir Lactalis con el sector lácteo gallego

Alvariño hace sus números en la patronal

En este fin de etapa tan convulso, el presidente de la patronal intenta pasar de las palabras a los hechos. O mejor dicho, a los números. Es por ello que José Manuel Fernández Alvariño quiere defender su gestión económica en estos dos años largos, a modo de lección para el que venga.

Según su cuentas, cuando llegó al cargo, la Confederación de Empresarios de Galicia presentaba un patrimonio neto positivo de 585.000 euros. Sucedía a 31 de diciembre de 2013. Una revisión contable realizada hasta por dos auditoras, dice, dio la vuelta a la situación y el patrimonio pasó a ser negativo por importe de 419.000 euros. Ese era, a juicio de Alvariño, el agujero contable que dejó su antecesor, Antonio Fontenla. Para poner en valor su gestión, más nú- meros ofrece el todavía presidente. *

Cuando llegó, los gastos de personal y explotación ascendían a 4,2 millones. En un año, asegura, pasaron a 2,1 millones, la mitad. Esas cuentas de 2014 son las que están todavía sin aprobar y representan uno de los focos del conflicto. Fernández Alvariño habla de una «dolorosa» reestructuración que llevó a la patronal a contar con 17 trabajadores menos en estos dos años. Esta carrera de obstáculos en la que se ha convertido la convocatoria electoral en la CEG, con urnas para enero, también va a ser dolorosa.

Los números a los que alude Fernández Alvariño para defenderse están invalidados (es decir, no aprobados) por sus socios, que a la vez se envuelven en una refriega de equilibrios para colocar candidatos. Hasta ahora, solo hay uno oficial (José Manuel Pérez Canal) y muchos autodescartes. Habrá sorpresas. Y muchas. Seguro

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