Opinión

Bloqueo

POR MÁS que se empeñen parece que en esta ocasión el cuerpo electoral ha decidido no dar a ninguna formación política, no ya la mayoría, sino tan siquiera una minoría mayoritaria suficiente, de tal suerte que nadie pueda formar gobierno sin cruzar para ello alguna de las trincheras escavadas por las fuerzas políticas en el terreno en el que se asientan. 

Por eso, todo parece apuntar a que unas terceras elecciones no resolverían el bloqueo. Todo apunta a que este solo se superará en estos meses, si por fin se acepta la necesidad de cooperar para ello por parte de fuerzas políticas heterogéneas. 

La razón hay que buscarla en que algunos antes que de derecha o izquierda o conservadores o progresistas, siéndolo y mucho, son nacionalistas. Lo han dicho por ejemplo los portavoces del PNV hace unas horas y lo han dejado bien claro: su única razón política es Euskadi, y ellos son ajenos a España y su gobernación. Bueno, la verdad es que ni estos ni otros, principalmente los que bailan juntos en ‘Junts pel si’, hace falta que lo digan. Es notorio, y casi su razón de ser y su sonda de abastecimiento electoral, agotada ya la despensa de cesiones del arsenal estatal. 

Cerrado ese espacio, que todo hay que decirlo ha sido siempre casi pernicioso para los intereses generales de la ciudadanía española en su conjunto y en particular para la igualdad de los españoles, no hay otra posibilidad que el acuerdo, con uno u otro alcance, entre los dos grandes partidos. 

Y el acuerdo no es la entrega, la sumisión o la aceptación de los intereses o los fines del otro. El acuerdo es ni más ni menos, esa sería la mejor solución, gobernar juntos con un programa común de lo que en común tienen en sus manos, que no es otra cosa que principal y primeramente la gobernación de España. 

No señalo a nadie ni directa ni indirectamente. En las últimas horas he comentado con diversas personas lo que sucede, y la mayoría piensa que si el PP estuviera en la situación del PSOE, esto es si se invirtiera esta y quien tuviera 137 diputados fuera este último y sumara el PP 85 escaños, la posición de los conservadores sería bastante parecida a la cerrazón que exhibe la dirección socialista. 

Lo que acontece, la incapacidad de dialogar acerca de lo que demanda a todos, a unos y a otros la sociedad española, ha sido en buena medida la siembra y la obra de los dirigentes de los partidos en los treinta años de este régimen y se ha incorporado al código genético del sistema de partidos. Y las consecuencias quedan ahora a la vista crudamente. 

Si el interés general de España y los españoles no es lo primero, antes y con preferencia a todas las consignas de parte, carece todo de sentido. Y no deben seguir arbitrando el Gobierno de la Nación quienes no asuman que eso es así. Y si es algo ínsito en la esencia de este régimen político, entonces la cosa tiene pocas opciones y menos dudas: tiene que cambiar el régimen.

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