Opinión

El verano

Cuando ya nos adentramos en el verano y próximo el mes de agosto, se ha aprobado el techo de gasto del Estado para el próximo ejercicio, y se ha aumentado un 1,1% hasta los 192,221 millones de euros, pese a la inflación galopante, el déficit ya alarmante, y la rebaja de la previsión de crecimiento al 2,7% para el ejercicio de 2023, desde el 3,5% que era la apreciación anterior.

Pero además, todo obedece a que han decidido aumentar las pensiones, lo que demandará una trasferencia presupuestaria del Estado a la Seguridad Social de hasta 19.888 millones de euros –casi la mitad del rescate financiero de la década anterior- en un año. 

El panorama no puede ser más inquietante porque consecuencia de ello el crecimiento de los demás desembolsos del Estado será prácticamente nulo, según apunta la Autoridad Fiscal. Y desde luego, no parece que pueda continuarse en el nuevo escenario con la verdadera fiesta de deuda pública que comenzó con los gobiernos de Rajoy y ha conocido con los de Pedro Sánchez tiempos que confiemos podamos olvidar cuanto antes.

Para hacer esto posible, la mesa con Esquerra Republicana de Cataluña se reunió. No es cierto que lo fuera con la Generalidad porque no había nadie de Junts, que está en el Gobierno autónomo, y tampoco se puede decir que la reunión fuera con las fuerzas políticas catalanas, porque media Cataluña, que está representada en el Parlamento catalán, no está convocada a esa mesa. De modo, que la pretendida mesa bilateral no fue sino un encuentro del Gobierno con Esquerra, para conseguir que esta le apruebe los presupuestos que se apresta la Sra. Montero a confeccionar en base y con la orientación que proporciona, en plena emergencia financiera, el disparatado techo de gasto público que se han servido aprobar estas gentes que dicen cuidar de todos. 

Y para eso, otra vez, más de lo mismo. Comprar los votos del presupuesto con cesiones ajenas a las cuentas públicas, pues comprometerse a apoyar la solución del Parlamento catalán, ordenada a hacer inejecutable lo decidido por los Tribunales de Justicia acerca de que, al menos el 25% de la enseñanza, debe en Cataluña ser en español o castellano, es algo mucho más que lamentable.

Y lo es, porque la educación libre, es un derecho fundamental reconocido en nuestra Constitución, además de formar parte, desde luego, del elenco de lo que se conoce como Derechos Humanos; y hora es de que se acepte por todos, también por los independentistas, que si el español o castellano es la lengua oficial de todos los ciudadanos, y la materna de la mayoría, también en las Comunidades con lengua autonómica, el poder público tiene que garantizar, no el conocimiento, sino la escolarización en esa lengua, ni veinticincos por cientos ni borrajas, en esa lengua, y también, claro está, quede claro, el conocimiento y estudio de la lengua autonómica, no al revés, que es lo que supone el modelo de la inmersión. ¿Es la inmersión compatible con la libertad de opción de la lengua de aprendizaje? Claro que no, salvo que aceptemos que las recetas turcas con los armenios y otros tristes ejemplos de la historia, eran compatibles con algún derecho. Luego, la inmersión vulnera un derecho fundamental y un derecho humano. Que alguien responda: ¿Por qué y fundado en que, puede un poder público imponer a los escolares la lengua que ese poder público ha decidido que tienen, no que conocer, lo que sería legítimo y razonable, sino que hablar hasta en el recreo, en conflicto además con la lengua estatal? Pues eso es la inmersión en la enseñanza y eso es lo que hace ya demasiado tiempo que sucede. Algo que solo se h visto entre nosotros.

Y una moderación de ese absoluto, es la que la Justicia intentaba con la exigencia del 25% de castellano en la enseñanza en Cataluña, por cierto, asumiendo decisiones que no está muy claro que competan a los jueces, y ya se va viendo lo que va a pasar.

Unos presupuestos articulados con un techo de gasto como el apuntado, en medio de un crisis que no sabemos cómo va a terminar, que nos sitúan a merced de lo que suceda sin prevención alguna, entiendo que no merecen, si es que algunos lo ameritaran, un cambio de cromos tan inaceptable.

Descansemos, y confiemos en que las fiestas de nuestros pueblos y ciudades nos devuelvan el humor y el optimismo. Buen descanso estimados lectores.

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