Opinión

Epiceno

LA CIUDADANA Irene Montero que ejerce de portavoz de Podemos en el Congreso de los Diputados tuvo su tarde de gloria hace unos días reivindicando el sustantivo ‘portavoza’ para el cargo que desempeña.

Resulta cansino, por decirlo de alguna manera, el empeño de 'feminizar' las palabras, y también el deseo imperante de diferenciar en atención a su sexo a los seres humanos. Ejemplos de ello son lo de vascos y vascas, compañeros y compañeras, etc. Ya decía alguien el otro día que repitiendo esa tontería lingüística, cuando se escriba sobre los romanos y su tiempo tendrá que hacerse aludiendo siempre a los romanos y las romanas.

Resulta cansino el empeño de 'feminizar' las palabras, y también el deseo impertante de diferenciar en atención a su sexo a los seres humanos 

Todo obedece, entre otras razones, algunas mejor las dejamos al margen, a una negación de la existencia de los que se conocen como sustantivos comunes en cuanto al género y los denominados epicenos, que según la Real Academia, son, estos últimos, los que, designando seres animados, tienen una forma única, a la que corresponde un solo género gramatical, para referirse, indistintamente, a individuos de uno u otro sexo. En este caso, el género gramatical es independiente del sexo del referente. Hay epicenos masculinos (personaje, vástago, tiburón, lince) y epicenos femeninos (persona, víctima, hormiga, perdiz). La concordancia debe establecerse siempre en función del género gramatical del sustantivo epiceno, y no en función del sexo del referente; así, debe decirse La víctima, un hombre joven, fue trasladada al hospital más cercano, y no La víctima, un hombre joven, fue trasladado al hospital más cercano. En el caso de los epicenos de animal, se añade la especificación macho o hembra cuando se desea hacer explícito el sexo del referente: «La orca macho permanece cerca de la rompiente [...], zarandeada por las aguas de color verdoso» (Rodolfo Bojorge [Arg. 1992]).

Lo interesante, para facilitar que se entienda bien como se utilizan estos sustantivos, es lo que refleja el ejemplo de cómo la concordancia debe establecerse, respecto de ellos, siempre en función del género gramatical y no en función del sexo del referente. ¿como podrá ser eso dirán algunos contumaces de la cosa? Pues ya ven.

Imagino que la solución propuesta por la 'portavoza' sería otra, y en el caso de la orca macho sugeriría que se le llamara orco. Bueno orco no sería muy afortunado, porque ese término, en la Roma clásica, era el lugar contrapuesto a la tierra, adonde iban a parar los muertos. A lo mejor esta fuente viva de neologismos sugiere también perdizo para denominar al macho de la perdiz, victimo al perjudicado si es de sexo masculino, y persono al individuo.

Por eso, yo, si me lo permiten, porque se puede y porque se debe, la seguiré designando a ella ‘portavoz’... Mientras lo siga siendo.

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