Opinión

Pascua florida

Acabamos de celebrar la Pascua Florida, y lo hemos hecho casi dos mil años conmemorando que Jesús de Nazaret, un maestro que predicaba la caridad, fuera ajusticiado en la cruz y al tercer día, según anunciaban las escrituras del judaísmo, y como él también sostuvo en el curso de su predicación, como reza la antífona mariana conocida como Regina Coeli, resurrexit sicut dixit, resucitó como había dicho.

Y después de la celebración pascual de nuevo hemos de seguir encarando los días de nuestra vida, la de cada uno de nosotros y la colectiva.

La semana se ha ido centrando en dos cuestiones: las pintorescas historias acerca del máster de la Presidenta de la Comunidad de Madrid y el desenlace de la orden europea de detención del que fue Presidente de la Generalidad catalana, la primera ciertamente poco edificante, pero que no tiene a mi juicio el significado y alcance que se le está dando. Menos aún estimo que tenga relevancia y trascendencia para fundar una moción de censura, y menos aún, si es apoyada por un grupo político cuyo candidato a dirigir la Comunidad de Madrid, no hace mucho fue sancionado por la Universidad de Má- laga inhabilitándolo como investigador por cobrar de un proyecto sin realizar su labor desde Málaga, como era preceptivo y a la vez por asesorar a Podemos, cometiendo dos infracciones: no cumplir las condiciones del contrato y no solicitar la incompatibilidad. Que ese señor pretenda ahora ejercer de saduceo, esto es de justo o recto, acusando a la Señora Cifuentes, pues que quieren que les diga, que eso puede hacerlo con credibilidad cualquiera menos él y el grupo que lo tiene como mascarón de proa de su acción política en Madrid.

El otro asunto, la decisión del Tribunal de Schleswig-Holstein acerca de la entrega de Puigdemont, pues como sucede con toda decisión jurídica que interpreta una norma, es eso, una interpretación entre varias posibles, eso sí, la que vale, pero no más acertada necesariamente que la que ha sostenido la Fiscalía alemana en otro sentido, o la que el Magistrado Instructor del Tribunal Supremo de España viene sosteniendo en sus resoluciones.

Me ha sorprendido, y he de decir que a mi juicio no compete a los jueces o tribunales de un Estado europeo destinatario de una orden europea de detención y entrega, que el tribunal se haya pronunciado acerca de si los hechos son en el país cuya Autoridad judicial la ha emitido, constitutivos o no del delito o delitos por los que en el mismo se acusa al sujeto, cuya pesquisa y puesta a disposición se interesa. Estos acontecimientos están revelando que los avances en el tercer pilar de Europa son, por decirlo de algún modo, poco satisfactorios en su resultado. Está claro que queda en este espacio mucho camino que recorrer.

No obstante, reitero lo que escribía la semana pasada. En Cataluña hubo insurrección, Puigdemont fue el principal dirigente, tendrá que responder y dar cuenta de ello.

La historia común que juntos venimos escribiendo no puede quedar no ya interrumpida, ni tan siquiera conmovida, por los hechos que este ciudadano ha impulsado y protagonizado como indiscutible promotor.

Por mucho que, lenguaraz como es, nos descalifiquen y nos denigren a todos sus conciudadanos y a nuestra sociedad política, él y su bulliciosa compañía: la espontanea y la mercenaria.

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