Opinión

Alimento para dominio del pesimismo

El asunto catalán, llámele como quiera, vicia la política española

SEÑOR DIRECTOR:

Mientras el desempleo es la primera preocupación de los españoles, por encima del covid-19 que pasa a segunda posición, domina la agenda política el probable indulto gubernamental a los políticos catalanes presos. Me atrevería a decirle que también domina la preferencia informativa, sobre todo de los medios en la trinchera político-frentista de este país. Quizás por este desencuentro en la prioridad de los intereses se explique que el 77% de los españoles entiendan que el rumbo de las cosas en el país va por camino equivocado. El pesimismo de los españoles se sitúa muy por encima de la media (65%) de los 28 países que Ipsos estudia en lo que preocupa al mundo (What Worries the World) en la entrega de mayo.

MARUXALos principales problemas para el mundo -para los ciudadanos de los 28 países que sondea el trabajo de Ipsos- son el covid, el desempleo, la pobreza y la desigualdad, la corrupción política y financiera, y los crímenes y la violencia. Sobre esta preocupación de crímenes y violencia, que en principio parece alejada de la sociedad española frente a situaciones como la de México, conviene reparar en la multiplicación de noticias por muerte violenta de mujeres en esta última semana en España o la igualmente multiplicación de noticias sobre la presencia en territorio español de organizaciones internacionales de distribución de droga, de capos extranjeros de mafias o la noticia de la detención aquí de un capo del crimen —se le atribuyen más de cien asesinatos— con sucursales de su negocio de muerte por varios países.

Un problema

Le diré por anticipado que participo, al menos en lo que voy a contarle, del pesimismo que domina entre los españoles. Me refiero al problema que tiene Pedro Sánchez y en el que se pueda meter Pablo Casado si repite viejas fórmulas de firmas y manifestaciones para hacer oposición con el asunto catalán. El problema de Pedro Sánchez está identificado: el probable indulto del Gobierno a los políticos secesionistas presos, que le ha complicado el Tribunal Supremo. La medida que busca para asegurar los apoyos parlamentarios que le permitan seguir en la Moncloa pudiera acabar por llevarle a la puerta de salida, incluso antes del plazo previsto. La mayoría de la ciudadanía no comparte la posición que adelanta el Gobierno, según los sondeos que incluyen también en ese estado de opinión a los votantes y, con ligera reducción, a los militantes socialistas. A pesar de las insistentes lecciones didácticas de la vicepresidenta Carmen Calvo y de la seriedad del ministro y secretario de Organización socialista señor Ábalos, diríase que molesto al verse interrogado por el tema, el indulto a los políticos catalanes presos puede pasarle factura a Sánchez en las urnas.

El asunto catalán —llámele usted conflicto, problema, cuestión o lo que le parezca— acumula una tradición histórica de viciar la política española. Vuelve a suceder desde 2006 con la reforma del Estatut y la respuesta opositora que encontró la misma en el PP. Siguió con la huida de la crisis económica y social con el señuelo del derecho a decidir por parte del entonces presidente Artur Mas. Y con Puigdemont llegó el choque de trenes que no se quiso ver, evitar o aminorar en sus daños. Con Rajoy en la Moncloa y su filosofía de "velas vir e deixalas pasar" la Corona —"símbolo de la unidad e integridad de la patria"— quedó entre los seriamente afectados. La entrega del Premio Princesa de Girona vale como un ejemplo gráfico, tuvo que ir primero a un espacio de una empresa privada y acabar fuera de Cataluña.

Pablo Casado debería evaluar la rentabilidad de viejas fórmulas de nacionalismos opositores que firman Rosa Díez, Fernando Savater y María San Gil

El indulto "así", que desde el Gobierno todo indica que vendrá, será un paso más en la contaminación, podría decirle que envenenamiento, de la política española. Revoluciona el motor opositor frente al Gobierno. Ya aparecieron en escena Rosa Díez, Fernando Savater y María San Gil, habituales abajo firmantes y activadores en cuestiones de nacionalismos. Curiosamente, quienes siempre se apresuran para que se visualicen, quizás se podría decir que para echar leña a los incendios patrios continúan arrastrando a la derecha española a sus estrategias de ruido, que acaban por imponer.

Puigdemont en Barajas

A Pablo Casado y a su equipo —pasiones y sentimentalismos a un lado, que equivaldría a caer en la misma trampa que pretenden combatir en el secesionismo— les correspondería ver el aporte que para el PP significó el entregarse entusiasmado a esas estrategias que provocan el aplauso en el espacio que circunvala la M-30, llevan a la foto de Colón, suman votos para Vox, conducen a la irrelevancia electoral en Cataluña y dejan indiferente cuando no preocupado al moderado y realista votante popular en Galicia.

Para el ejercicio opositor y para aportar algo en positivo frente a la cuestión catalana entiendo, señor director, que habría que superar la tradición de visualizar con banderas en manifestaciones o balcones un choque de nacionalismos. En esto, también hay que decir que «así no».

No seré yo, señor director, quien le diga que no le falta razón a Felipe González cuando asegura que "así no" al indulto. Ni le diré tampoco que no le faltan razones en la explicación opositora que expuso el socialista Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha, cuando habla de "indulto injustificado". La posición del expresidente socialista Felipe González como la exigencia de justificaciones que plantea García-Page, piden visualizar condiciones que si existen no se conocen para el indulto. No son un no tajante y absoluto, de choque de nacionalismos, como el que representan Rosa Díez, Fernando Savater y María San Gil. González o Page piden una señal por parte de los condenados o de quienes exigen la amnistía de que el indulto supondría un paso rectificador en la estrategia de unilateralidad y choque desde el independentismo catalán. El cambio en el discurso de investidura del nuevo presidente de la Generalitat solo lo ven los iniciados. A la mayoría ciudadana que no comparte el indulto sin justificación habría que darle argumentos de que las cosas van a cambiar, van a encauzarse de otra forma. Las justificaciones de los "tiempos" de Pedro Sánchez supondrían que el señor Puigdemont llega a Barajas y a quien pretenda llevarlo ante el juez le espete: ya no hay castigo ni "venganza" —¿el ejercicio de la justicia es venganza?—, estamos en tiempo del perdón. Entérese, lo anunció Pedro Sánchez.

De usted, s.s.s.

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