Opinión

Cinco años por delante

CON QUÉ nos quedamos, con el optimismo del Gobierno en los Presupuestos para 2023, "los más expansivos de la democracia", o con el pronóstico negativo de Bill Gates para los cinco años próximos. El Gobierno, por lo que dicen, hace las cuentas como si la economía marchase sin motivos para preocupaciones. El próximo año nos toca a todos la lotería, si no es el gordo algo caerá en la pedrea. Y además compran armas. Ojalá acierte el Gobierno, aunque sea por una vez y aunque las sufridas clases medias paguen fiscalmente la inflación.

A los medios críticos con Sánchez —los que dice que conspiran contra él—, la banca les escribe los editoriales, los artículos de opinión y hasta los titulares de las noticias, y por esas ocupaciones para intoxicar redujeron las horas de atención a los clientes y nos mandaron a los viejos a la banca electrónica. Esos medios están preocupados con la subida que promete el Gobierno para las pensiones. Ahí sitúan la madre de todos los males y no reparan en que multiplicaron no se sabe por cuánto las bocas que tiran de la ubre pública. Falta poso liberal por todas partes.

A los candidatos a esquela en ABC, por dar el nombre de una cabecera simbólica, no les privará de dormir el monto final que puedan recibir de la pensión oficial que les corresponda ni por eso cambiarán su voto. Solo es un apunte más en la cuenta corriente. El precio de la bombona de butano no es su tema. Los medios que enfadan a Sánchez centran el despelote de las cuentas oficiales en las pensiones, cuestión que no solo no molesta a su fiel audiencia, es que la escandalizan y le dan argumentos: ¡habrase visto!, al Braulio que estaba en la portería le suben el 8,5% la pensión. En el otro lado de la calle, Echenique denuncia deslealtad en los socios del Gobierno: un 25% más para Defensa y a comprar armamento. Las guerras se hacen básicamente para dar salida —consumir— armas. Las fabrican para vender.

Frente al optimismo en los Presupuestos del Gobierno, que también se puede decir electoralismo, Bill Gates avisaba unos días antes que vienen por delante cinco años complicados. Quizás haya que tomarlo en consideración. De economía y dinero, por experiencia, algo demostró saber. Avisó en la conferencia sobre filantropía que organiza Forbes en EE.UU. Lo razonó, además de su buen olfato económico: asistimos a un cambio de ciclo, pensábamos que tocaba para bueno y resulta que es para peor, y a los efectos negativos del parón de la pandemia, que no están superadas, se le suma la guerra en Ucrania que solo benefician a los que fabrican armas.

Hay quienes acumulan saldo y experiencia negativa desde muchos años atrás: desde que Lehman Brothers se fue al carajo, por no apuntar con el dedo sobre las cajas gallegas. Si la economía se pone como pronostica Bill Gates, lo tenemos mal, sobre todo muy mal quienes se incorporaron, o deberían haberse incorporado, al mercado laboral y les rompió los sueños y la vida la crisis financiera. Cuando deberían ponerse a comprar casa y montar una familia —traer hijos al mundo para que los gallegos como tales no desaparezcamos— continuarán a dos velas. Una generación frustrada, perdida.

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