Opinión

Ayuso, faro de occidente

Los amigos del liberalismo en la concepción celtibérica de Esperanza Aguirre andan muy alterados. La razón está en la defensa frente a todo amenaza y riesgo para la máxima heredera y representante de esta escuela de pensamiento político: Isabel Díaz Ayuso. No hay más que escuchar un ratito radios, tertulianos y opinadores afines. Los medios capitalinos ahora se definen por Ayuso que resucitó la guerra fría en versión castiza: yo o el comunismo. No hay más. 

Esto implica el adiós a los cantos que celebraban Madrid como una fiesta. Por ahí se banaliza el ideario político que representa Ayuso. Ahora toca sostener, como todo el mundo sabe, que los fines de semana se concentran tantos jóvenes parisinos en Cacheiras como en la capital de reino. Quien comente o fotografíe el abarrote madrileño en terrazas y ocio con alcohol toma partido, o es un tonto útil, por el rojerío comunista. Lo que hasta el pistoletazo de campaña electoral era imagen de libertad ahora resulta, según sus numerosos medios y tertulianos afines, que es ataque a la máxima representante del liberalismo entendido al modo de aquella política —Aguirre— que en sus zancadillas a Rajoy llegó a eclipsar a Ortega y Gasset. Rajoy, que había bebido en el ocaso de las ideologías en Fernández de la Mora, era la decadencia de occidente frente a un rearme ideológico de chulapas. Vestía como un abogado de pueblo, así se lo pintaron al Financial Times, aunque fuese registrador de la propiedad. 

Los aviones que llegaban a Barajas repletos de juventud para disfrutar en Madrid venían a la libertad de la que están privados en París

Los defensores de Ayuso la lanzan como esperanza blanca de la derecha en Madrid, siempre con vocación, disposición y tentación de erigirse como única derecha en España. La campaña de Madrid es la de España. La candidata del PP en Madrid es la apuesta frente a un Casado que ensaya rutas diferentes hacia el centro o hacia la derecha extrema, sin consolidarse en ninguna. Es el dique de contención que levantan frente al recurso a Alberto Núñez Feijóo cuando constatasen de que así no llegan al puente de mando de la Moncloa. 

Los defensores de Ayuso pasaron de mostrar el faro de la libertad que veían en el Madrid del turismo de alcohol y juerga a negar tal realidad o extenderla por toda España. Estaban entusiasmados con el hecho diferencial madrileño, el separatismo de dar la nota, en las políticas seguidas frente a la pandemia. Era la primacía de la libertad, decían. Y ahora temen que la resaca de las fiestas oculte esa luz. 

Los aviones que llegaban a Barajas repletos de juventud para disfrutar en Madrid hasta ahora venían a la libertad de la que están privados en París. La gran venganza de la historia que practicó Ayuso: frente a la Francia de la Enciclopedia, el Madrid de la taberna. Los jóvenes parisinos vienen a descubrir en un fin de semana que la esencia de la Ilustración es Aguirre y no Montesquieu o Descartes. Los jóvenes alemanes ven que Pecas, el perro cuya cuenta en Twitter gestionó con éxito Ayuso, es el padre real de la Aufklärung.

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