Opinión

La cabeza de un dirigente

EN AQUELLA mesa larga de seis metros, Putin en un extremo y Macron en el otro, el mandatario francés se percató de que la personalidad del líder ruso había cambiado. Lo cuenta el historiador Antony Beevor. La imagen la vimos repetida con otras visitas a Moscú con el objetivo de que la invasión de Ucrania no se produjese. El pasado lunes volvimos a encontrarnos con esa mesa y la misma escenificación: una reunión de Putin y su equipo económico, con el mandatario en la cabecera y a una "llamativa distancia" los colaboradores del área económica. La posición en la mesa es una imagen para hablar de "paranoia" o cuando menos para preguntarse "qué hay en la cabeza de Putin".

Las aproximaciones ven una persona absolutamente aislada. Un aislamiento buscado por miedo al contagio del virus, que le ha alejado de sus colaboradores y aduladores, y por su escenificación para la historia. Ven un "dictador inestable" con el mayor arsenal de armas nucleares del mundo. Ven un dirigente que pretende restaurar la Gran Rusia, el reino cristiano ortodoxo de la Rus que veía Soltzhenitsin, el Nobel de Literatura. Ve la necesidad de un cinturón de seguridad con la Otan. Nacionalismo, la nación eslava, que pretende reconstruir la historia, fosa de defensa, e ira y odio acumulado.

Ven a un líder que cree que no se le ha tomado en serio en Occidente. Putin alimenta un enemigo. Beevor señala un momento significativo, la cumbre de la Otan en Bucarest, abril de 2008, emitió un comunicado "triunfalista" que le afectó e indignó. La Otan abría los brazos a la incorporación de Georgia y Ucrania. En agosto de ese año se produjo la invasión de Georgia. La de Ucrania tardó algo más.

Conocer que hay en la mente de Putin en este momento es una clave importante. Desalentadores o desasosegantes son los retratos que de la personalidad de Putin que realizan Antony Beevor y Nina Khrushcheva. El del historiador Beevor, en una tercera de Abc, es suficientemente expresivo en su titular "La paranoia de Putin. "¿Qué hay en la mente de Putin?" es la tribuna de Nina Khrushcheva, una bisnieta del dirigente soviético Nikita Jruschov , el de la crisis de los misiles con EE.UU. La publica La Vanguardia. Antony Beevor, por cierto, es autor de una historia de La guerra civil española (Crítica) que para un lector del común parece aconsejable para contar con herramientas de racionalidad ante una poco clara recuperación de la memoria histórica. Sorprende que no aparezca citada en los títulos que acompañan la firma del autor en Abc.

La entretenida y acertada reseña de la prensa del día que cada mañana hace en Onda Cero el pontevedrés Rafa Latorre me llevó a la lectura de estos dos artículos. Puede ser un consuelo lo que cuenta la bisnieta de Jruschov: "en los próximos días y semanas, el mundo verá muchas más señales de que los rusos no desean la guerra". Las informaciones que aseguran que el 73% de la población rusa apoya las acciones bélicas de Putin forma parte de la propaganda, según Nina L. Khrushcheva.

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