Opinión

El poder del placer

LA URGENTE necesidad de reflexionar sobre la dimensión emancipadora del placer es tema que ocupa al filósofo Michaël Foessel. La propuesta de "no ceder el placer a los reaccionarios" podrían tomarla en consideración los neopuritanismos que ven en el disfrute de la mesa y el erotismo, por citar dos clásicos, debilidades reaccionarias. Antes dirían pequeñoburguesas. Un perfume, un jardín, la belleza de un cuerpo, un paisaje, una pieza musical, un instante o un tiempo concreto que se recuerdan fueron ocasiones para el disfrute. Habrá quien vea ahí espíritu conservador. En nombre de qué y como contribución a qué habría que renunciar al descubrimiento y disfrute de una rosa, un vino en compañía, la paz del silencio en un templo, la vivencia de un amanecer en la montaña o en el mar, o la anulación del yo en el otro.

Algo así debió pensar el candidato comunista francés a la presidencia de la República cuando se apuntó a la defensa de la buena mesa, con buena carne en "las tradicionales formas de la buena vida francesa". El moralismo progresista disparó toda la artillería. Si luchar contra «la violencia patriarcal y la crisis climática no invita al jolgorio» tampoco ha de implicar la renunciar al disfrute compartido. Le daremos la razón al filósofo cuando ve la necesidad de introducir la felicidad en las campañas electorales. 

Tanto o más que empaquetar viajes para los viejos, como sucedía antes de la pandemia, primaría el redescubrimiento del disfrute y el placer mientras los sentidos y la salud lo hagan posible. Tanto o más que proponer a los jóvenes la felicidad empaquetada en el consumo descontrolado, como excesos de nuevos ricos, está la educación que con los sentidos descubre el perfume de una planta, el tacto sobre una piel o el silencio para reencontrarse.

El profesor y filósofo, especialista en Ricoeur y Kant, autor de títulos tan sugerentes como La noche. Viviendo sin testigos o La privación de la intimidad, acaba de publicar Quartier rouge. Hay algún adorno para elevar el discurso pero, incluso como reflexión para la política en campaña, puede ser importante reconsiderar «el poder del placer» y reencontrarse con las tradiciones que articulan placer y emancipación.

En la promoción del libro definen al autor como de izquierdas. Podría encajar como ácrata o espíritu libre como lo presentan en alguna entrevista.

Entretenida la de France Culture, una mesa larga para la hora del mediodía cuando aquí, en ese momento, tratan la intimidad como mercancía que atonte a las audiencias. Alegría y placer son formas de subvertir el orden. El placer inflige la primera derrota a la injusticia!, declara en L’Obs. En cualquier caso, aquí y ahora, se hace necesario "un poco de paraíso en este infierno". A muchas posiciones les sobra carga ascética y de moralismos. Confunden el valor que se defiende, que se busca, con el ropaje.

Di con un librito que no anda alejado de lo que aquí se comenta, El Vino de la filosofía (Ed. Apogée). Hasta Kierkegaard, ni lo imaginaría nunca, compartía que "in vino veritas". La discusión de calidad se alcanza en ese estado en el que uno habla mucho sin que el hipo llegue a interrumpirle.

Comentarios