Opinión

Accidentes

NO POCOS de los accidentes de tráfico, incluidos los graves, son inevitables, pero otros muchos podrían conjurarse, por ejemplo los relacionados con las distracciones al volante, que según la DGT suponen nada menos que el 36% de los de mayor calado. Solo es necesaria una mayor atención del conductor para que no surja el despiste. Otros, que no lo son, sino provocaciones temerarias, también. Como por ejemplo el del sujeto que fue sorprendido por un helicóptero de Tráfico simulando tocar la batería, con dos palos y sobre el volante, cuando circulaba por la A-6, a la altura de Begonte. Se trata de un episodio de extrema gravedad. Importaría menos si la fatalidad de esnafrarse le afectase solo a él, pero por la autovía se mueven otras muchas potenciales víctimas de tan insensata e irresponsable actitud. En el peor de los casos se saldará con una sanción que nunca estará a la altura de tamaña temeridad. No lo permite la ley, pero a no pocos infractores del código de la circulación habría que retirarles el permiso de por vida, y en cualquier caso el castigo tendría que ser contundente y disuasorio para que no se les pase por el meollo reincidir.

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