Opinión

Buses gratuitos

EL TRANSPORTE público suele ser una de las opciones a las que se recurre para reducir el número de coches en las ciudades, pero su articulación no siempre es la adecuada para convencer a los usuarios de que dejen sus vehículos en casa. Sería distinto de haber una funcional y disuasoria planificación de rutas, con horarios adecuados y puntuales. Y que además sean tentadoras las tarifas. O mejor todavía: que utilizar el bus fuese gratuito. Supondría sin duda un buen acicate, un revulsivo puesto ya en práctica en algunas urbes de Alemania y Francia. Pero la primera capital europea que experimentó con la idea fue Tallin, en Estonia, en 2013, y dado el buen resultado, ahora se extenderá a todo este país báltico. En la ciudad de Luxemburgo, donde ya los menores de veinte años podían viajar gratuitamente, también se ofrecerá a toda la población el uso sin coste de autobuses, tranvías y trenes, con lo cual se espera descongestionar una de las urbes con mayor densidad de tráfico del mundo. París también se lo plantea. Lo ideal sería que el sistema se rindiese al efecto dominó, pero no se hagan demasiadas ilusiones en lo que concierne a España.

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