Opinión

Complicidad

SOLO los ingenuos más tozudos o los contagiados por endémica candidez creen que los políticos endurecen posiciones al negociar la composición del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en aras de fortalecer una Justicia independiente al servicio del pueblo, no advirtiendo la farsa, sin entender su obsesión por atornillar con pervertido descaro el control de los jueces, con cuotas de uno u otro bando a su servicio. El sentir general percibe sin disimulos el proceder de quienes buscan el provecho propio antes que beneficiar a la comunidad, rozando la inmoralidad. No tendría sentido si los juristas rebuscados para manejar las cúpulas del poder judicial no se plegasen a intereses ajenos a los que la judicatura demanda como pilar del Estado de Derecho. Dos no se pelean si uno no quiere. Así lo piensa Alejandro Nieto, catedrático emérito de Derecho Administrativo de la Complutense, maestro de generaciones de juristas y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas: "Los partidos no querrían dominar el CGPJ si los jueces fueran independientes". No se puede ser ni más claro ni más taxativo en un hervidero de descrédito democrático, en el que son tan o más cómplices los que asumen el amaño que los que lo impulsan. Lo peor es que nadie se sonroja.

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