Opinión

Cortesías

ES INNEGABLE que cada tiempo, cada época modifica o liquida hábitos, tradiciones y normas cuya aplicación no cabe en los estilos del momento. Igual sucede con los protocolos, suma de reglas de cortesía que se mantienen en las relaciones sociales y que han sido establecidas por tradición, como etiqueta de las buenas maneras de saber y estar. Se resisten, sin embargo, las que conciernen a las monarquías. Por ejemplo, los miembros de la familia real española siguen aceptando la genuflexión o reverencia, sobre todo por parte de las mujeres, durante recepciones o encuentros esporádicos, pero ya con ciertas restricciones por parte de quienes lo consideran un servilismo improcedente, sin que ello comporte falta de respeto. Hay quienes consideran que, en aras de lo razonable, debiera ser la misma Casa Real la que liquidase el uso de la normativa protocolaria. Pero no hay trazas de que así sea. Cuenta Jaime Peñafiel que al serle otorgado hace algunos meses el Toisón de Oro a la princesa Leonor, heredera de la Corona, la niña, de 12 años, advirtió, no se sabe si en broma o en serio, a sus compañeras del colegio de Los Rosales, que desde ya tenían que hacerle la reverencia.

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