Opinión

O Courel, tufo a desastre

TUFO A desastre y lo que seguirá oliendo. Aun desde la distancia, no se percibe más que desolación y pesimismo. De O Courel dos tesos cumes que ollan de lonxe, que dijo  Novoneyra, poco más quedan que la “ceniza que tiñe de negro cualquier lugar al que se mire”, como muy bien describió Ana Rodil en su soberbio reportaje sobre los diez días de infierno en los que el fuego, descontrolado y desatado, arrasó sobre doce mil hectáreas en O Courel A Pobra do Brollón y Quiroga, con dos pueblos destruidos, centenares de vecinos desalojados, miles de animales calcinados y la flora asolada. Un doce por ciento del geoparque mundial de la Unesco Montañas do Courel, Reserva de la Biosfera y joya geológica de Galicia, quedó borrada prácticamente del mapa. El trabajo de Ana, muy minucioso pese a la dimensión de la catástrofe, permite hacerse una idea muy real de la calamidad, pero no del sentir y angustia de los dañados en sus diferentes vertientes y repechos, entre otras cosas por ser daños irreparables. Pero lo que pueda ser reparado exige la máxima y desprendida contribución de las administraciones, con la seguridad de que todo lo que se asigne será poco. Ninguna restricción o limitación de auxilio y cooperación podrá justificarse. La fatalidad es demasiado evidente para sustraerla.

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