Opinión

Descerebrados

Más que una sensación, es certeza: estamos rodeados de un hatajo de descerebrados, dicho sin ánimo de insultar, lejos de razones personales. Parece ser que la única cuerda de la bandada es la ministra de Sanidad, al considerar que no está el horno para bollos, desautorizando las manifestaciones o concentraciones previstas para el 8-M, Día de la Mujer. Seguramente no se le haga caso, pues, entre otros, está Podemos, por boca del impertinente Echenique, para desestabilizar cualquier asomo de sensatez. No es sorpresa. Más lo es (erre que erre) que Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, insista en que hay más riesgo de contagio estando bajo un paso de Semana Santa de 2.000 kilos que asistiendo a una asonada de quinientas personas, porque "se pueden esparcir". ¿Y quien asume o garantiza la disgregación? ¿Cómo se controlan distancias y mascarillas, sin saber si asisten contagiados o no, en un frenético tumulto de fanáticos? ¿O ya olvidamos las consecuencias de lo ocurrido el pasado año? Por cierto, quienes mueven andas en una procesión, se supone que sí están controlados. Menos mal que Simón admite que no es experto, y no siéndolo, lo que se le pide es que, al menos, no estimule desaguisados.

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