Opinión

Euroindependiente

CIERTO QUE, por lo que sea, el festival de Eurovisión interesa cada vez menos, pero eso no nos libera del bochorno con el que, casi siempre, nos flagela la actuación española, bien sea por la designación del "enviado" o por su (pésima) clasificación. A veces es también un cachondeo, como sucedió con el celebre Chikilicuatre. Y el humor no es hacer el ridículo. Esta vez los elegidos son, ya saben, Amaia y Alfred, con resultado imprevisible. Pero la miga se centra en Alfred, al que La Vanguardia se encargó de enseñar envuelto en la enseña independentista. El chico comulga, dicen con el secesionismo desde hace tiempo. Está en su derecho y tampoco por ello ha de prejuzgarse su intervención, pero sí chirría que lo haga como español de pro. Es un problema de (su) incoherencia y de jeró, lo mismo que otros de su cuerda, que son muy patriotas cuando toca chupar del bote. Dyango, otro catalán de su pelaje, nunca dijo ser independentista hasta el final de su carrera, marcada por la canción española desde el Festival de Benidorm, que ganó, lo que le permitió representarnos en la Oti. O como Piqué, soberanista de pro excepto cuando juega, por la pela, en la selección. ¡Qué cara!

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