Opinión

Husos horarios

CUANDO toca el cambio horario de invierno, tal como la pasada madrugada, su incidencia en el biorritmo humano suele ser menor que en verano, pero en cualquier caso es un absurdo que solo aflora puntualmente en el discurso, y del que nadie se acuerda al día siguiente. Se decidió adelantar el reloj el 17 de marzo de 1940, en plena Guerra Mundial y en Alemania por cuestiones bélicas. Al acabar el conflicto, Reino Unido y Portugal volvieron al huso que les correspondía, según el meridiano de Greenwich, y España (salvo en Canarias) no lo hizo por razones políticas. Ahora se aducen motivos de un ínfimo ahorro energético, que no todos reconocen. Si fue por tanto una decisión política, a los políticos corresponde corregirla. No lo hacen, y lo peor es que el sinsentido acabará en un batiburrillo de intereses territoriales. Cataluña, Baleares, País Valenciano…, advierten de que van a modificarlo: quieren más sol por la tarde. En Galicia también se habla de ello. No ponerse de acuerdo supondría un embrollo indeseable en la funcionalidad del país. ¿Por qué no se afronta el cambio en su conjunto, zanjándolo de una vez? Hagan algo.

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