ANTONIO HERNANDO, portavoz socialista en el Congreso, no encontró otro pretexto que el de la equivocación para justificar la traición a su exjefe y el bamboleo del "no es no" a la abstención (del sí) al Gobierno de Rajoy, lo cual indica que el sálvese quien pueda es la estrategia más fructuosa si de asegurar el garbanzo se trata. Pero, por lo visto, no le exime del empecinamiento en más de lo mismo, al anunciar otro no es no a los Presupuestos, cerrando la opción de pacto para aprobar las cuentas públicas antes de que el PP las haya revelado en el Parlamento. Ello indica que descabalgar a Sánchez fue una maniobra innecesaria. El problema sigue: si no se aprueban y Rajoy no encuentra otra salida, elecciones al canto. Y evidencia también que los socialistas están empecinados en autodestruirse. Tendría su lógica, y además sería su obligación, que el PSOE dijese no si el esbozo presupuestario pisotease sus exigencias, pero que lo haga la gestora antes de conocerlo, rezuma una flagrante irresponsabilidad. Apura aún más la caída libre del partido en el foso de la incomprensión ciudadana, aunque sea el país el más vituperado.
