Opinión

Más que fiasco

LO QUE SÍ sorprende es que haya quien se sorprenda de cómo acabó la Cumbre del Clima. O sea, mal. Un más que fiasco de por sí esperado, como casi todas las cumbres, que no atenúa la decepción, plasmada en un decepcionante y débil llamamiento a los países a realizar esfuerzos más ambiciosos contra el cambio climático. ¿Y para eso hacía falta tanta algarabía, tantos fastos, suntuosidades y solemnidades, tantos líderes políticos, tantos científicos o la irrupción de la ínclita Greta? Por cierto, ¿cuánto costó la broma? Si de doscientos países, únicamente ochenta y cuatro se comprometieron (papel mojado) a presentar planes más duros en el 2020, ¿qué se puede esperar de la escenificación? Y más si se tiene en cuenta que EE.UU., China, India y Rusia, que juntos suman más del cincuenta por ciento de las emisiones mundiales del efecto invernadero, se desentendieron del paripé.

No será cierto, pero la sensación es que los intervinientes, cada cual en su papel, no se tomaron nada en serio una emergencia tan preocupante, como si la cita solo fuese una holganza en un paraíso vacacional, con gastos pagados y dietas por disfrutar de la vida. Por eso ya se citaron para el próximo divertimento, en Glasgow y en noviembre de 2020. A vivir mientras dure.

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